José, Mariano, Pitu y Juanpa son cuatro argentinos afincados en Formentera que dicen tener una receta propia para el chimichurri: «Funky, soul, reggae y rock and roll». Quien quiera puede ir al Irish Pub de Sant Ferran y catar la fórmula en sus dos variantes: los miércoles, flower power a la carta, cuando la banda se customiza para versionar clásicos de The Rollings Stones o Boney M. Los viernes, pura descarga de decibelios de «rock nacional», en el que interpretan temas propios o de grupos argentinos como Sumo o Los Fabulosos Cadillacs.

El germen del conjunto musical más activo de la isla se fraguó en el verano de 2007, cuando en una de las clásicas jam sessions, un joven no muy alto y melenudo (José) agarró el bajo y Pitu y Mariano le echaron el ojo: «A este hay que ficharlo para hacer algo, lo que sea».

Durante el verano siguiente, el de 2008, fue cuando se formó la banda, con José de guitarra y voz, Mariano al bajo, Pitu al saxo y el antiguo batería, Tomasito. Sus noches eléctricas empezaron a llenar el Irish y corrió la voz como corren las lagartijas por las rocas. Eki Hoffmann, de Formentera Guitars, quien más tarde sería amigo y punto de apoyo, los definía mientras gesticulaba con el puño cerrado: «Tienen lo más importante de una banda de rock, derrochan energía». La conexión entre el público y la banda es la gasolina de Chimichurri y eso no pasó desapercibido para los responsables del Blues Ville, el local de Palma considerado como la mejor sala de conciertos de las islas. La actuación suponía dos retos: enfrentarse a un público nuevo y el otro, encontrar de una vez un nombre para escribir en el cartel. José rememora el episodio: «¿Qué íbamos a hacer?, ¿ponernos un nombre en inglés?». Pues en parte, lo tienen. Cuando el bluesman Javier Vargas los descubrió y les hizo grabar una maqueta con temas propios, idearon un nombre para presentarse fuera de la isla: Lost Kalaveras. «Pero aquí siempre seremos los Chimi», admite Pitu.

Las canciones las escribe José durante el invierno: «Me voy a la playa o al bosque con un cuaderno y las letras me salen solas». Como ejemplo de sus composiciones el ´Rulo´ habla de ´El hombre nuclear´, escrita en honor de los hombres de amarillo chillón (la Policía) que suelen interrumpir los conciertos en Formentera. Dicen los Chimichurri que se encuentran como en casa en la isla, pero si algo echan de menos son espacios para la música en directo, sea en playas «a horas prudentes» o en locales. En Formentera solo existe un local para ofrecer música en vivo y para la banda esto implica «que no exista movimiento musical, que nadie venga de fuera a tocar en Formentera, a excepción de cuando el Consell paga para las fiestas patronales».

La noche de la entrevista los Chimichurri no han acudido con ganas de hablar a una grabadora, sino más bien de comerse un buen asado.

Tras las disquisiciones sobre cómo preparar la brasa, hablan de sus planes de viajar a bordo de una furgoneta y probar suerte con públicos nuevos. La razón: «Porque aquí estamos peligrosamente cómodos». Juanpa, que ha permanecido callado todo el rato, abre la boca: «El reto sería ir algún día a tocar en Argentina».