La agenda de Marta Sánchez (Coruña, 1966) es agotadora. Prepara el primer videoclip de su próximo lanzamiento (del que no puede desvelar ningún detalle), piensa en la actuación de la noche en la fiesta del Orgullo Gay de Madrid, ensaya con las bailarinas… La cantante contesta a las preguntas minutos antes de comenzar un ensayo, relajada, pero pendiente de que no se le haga demasiado tarde para todo lo que aún le queda por hacer. Sus próximas vacaciones en Ibiza con su familia, están a la vuelta de la esquina. A solo unas semanas de intenso trabajo.

—¿Qué hace una cantante pop como usted en una discoteca como Amnesia?

—¡Pues cantar pop! Hay ahora una tendencia de los discjockeys de colaborar con cantantes pop. De hecho ya hay alguna canción mía remezclada. Si fuera una folclórica no lo vería, pero ahora hay una tendencia a transformar las canciones.

—¿Qué diferencia hay entre la Marta Sánchez que se sube al escenario de una discoteca y la que ofrece un concierto convencional?

—Mis directos, mis shows en vivo son algo discotequeros. Hay arreglos de canciones que lo son, hay bailarinas y juegos de luces. No creo que me transforme, no creo que la Marta que actúa en una discoteca sea diferente a la que actúa en otros lugares.

—¿Es usted mucho de discoteca? Para divertirse, digo.

—Pues como cualquier hijo de vecino, me gustan y voy de vez en cuando. Pero solo de vez en cuando.

—Es habitual verla en la isla disfrutando de sus vacaciones, ¿le va a costar cambiar el chip esta vez que viene a trabajar?

—Desgraciadamente, ahora, por cuestión de presupuesto, las administraciones no se prodigan mucho en contratar conciertos y artistas. Y menos en un lugar pequeño como la isla. Me gustaría hacer más actuaciones de las que hago. Me gustaría que se animaran. Me gustaría poder pisar la isla más a menudo para trabajar. La conozco muy bien, me gusta mucho y no me importa volver. Regresaré más adelante con mi familia.

—¿Va a poder descansar un poquito esta vez?

—No, qué va. Vuelvo a Madrid porque tengo que trabajar y rodar un videoclip.

—¿Estrena trabajo en breve. ¿Cuándo?

—Pues muy prontito, en las próximas semanas.

—¿Cómo es este nuevo disco?

—Nunca cuento nada antes de que se publiquen. Además, esta vez me apoya un patrocinador y no puedo decir nada. Lo único que puedo adelantar es que es muy marchoso, como la gente quiere.

—¿Ha cambiado en los últimos años lo que el público pide?

—Lo que la gente pide también es fruto de una época de dificultades. Pide marcha, alegría, algo que le ayude a olvidarse de sus problemas. La gente quiere música optimista. Es un mal momento para los baladistas, y yo lo he sido.

—Hace poco celebró sus 25 años de carrera musical. ¿Qué ha aprendido en todo este tiempo?

—¡Uf! No sé qué he aprendido. Supongo que a tener la capacidad de mantener la misma ilusión durante estos 25 años. A trabajar mucho y a hacerlo siempre con responsabilidad para no defraudar al público, a estar mucho tiempo sin muchas vacaciones, a vivir en aviones, coches y furgonetas. He aprendido a saber disfrutar de mi carrera, incluso en los años más duros.

—¿Hay algún momento clave en su carrera?

—Hay muchos momentos claves en mi carrera. Uno de los más importantes fue cuando trabajé con Nile Rodgers y también con Andrea Boccelli, que es cuando mucha gente me descubrió como voz. El ´Soy yo´ fue otro momento clave porque recuperé el éxito que tuve con ´Desesperada´, dos canciones muy importantes. Hay muchos momentos clave.

—¿Tiene algún proyecto pendiente?

—¡Diseñar una línea de bañadores! Es algo muy necesario, porque exceptuando Dolores Cortés y TCN no hay mucho estudio de la anatomía de la mujer española. ¿Cuándo las mujeres de este país hemos estado planas? Es algo que tengo muchas ganas de hacer pero hace falta una empresa que me apoye.