El barco está iluminado al final del muelle de Marina Ibiza. La tripulación, preparada para zarpar, espera con impaciencia a algunos compañeros que se han acercado a la entrada del puerto por si algún invitado despistado no encuentra el camino. Finalmente, llegan con parsimonia. «Podemos partir», dice uno mientras se dirige a soltar amarras. Un miembro de la tripulación hace sonar, con guasa, la música de la antiquísima serie ´Vacaciones en el mar´. El ´Axe boat´ abandona el puerto y la música de las djs The res A.K.A, que hasta entonces había sonado en un volumen aceptable para el oído, aumenta sus decibelios deleitando a los más fiesteros de la noche que, antes de zarpar, ya se han acercado un par de veces (o más) a la barra para empinar el codo.

Un comando de chicas reclutó el día anterior a todos los invitados en distintas partes de la isla bajo la promesa de pasar una noche divertida a todo aquel que se atreviera a subir al barco.«Yo escuché que estaban buscando gente para una fiesta y fui a ver si las encontraba», explica Francisco Rojas, de 25 años, de Sant Antoni y empleado de una fábrica de ladrillos. Sin embargo, algunos se quejan del mito del anuncio y comentan que hay «más chicos que chicas».

Las luces azules, rojas y verdes destacan en la oscuridad del mar. La gente se acerca divertida a un photocall que la marca de desodorante ha colocado para que los inivtados se fotografíen como habitualmente hacen los famosos. Otros, aprovechan el vaivén de las olas para marcarse unos extraños pases de danza. «Es muy fácil que la gente baile con el movimiento del barco», comenta Laura, una de las djs de la fiesta. A los que no les hace mucha gracia el movimiento pendular del bote es a unos malagueños que están de despedida de soltero y que llevan un tiempo marcando el ritmo de la fiesta. Ellos son los primeros en visitar la cabina de twisteo, donde deben abandonar sus ropas para sustituirlas por faldas, vestidos y pelucas. «¿Tenéis pintalabios?», pregunta Manuel mientras dos espectaculares chicas le enfundan en un vestido color rojo pasión. Por su parte, Carlos Mendoza comenta que le han convencido «tías que están muy buenas»y que el vestido le da «juego» con las mujeres.

Sobre las dos y media de la madrugada, el barco vuelve al puerto pero la gente tiene más ganas de fiesta así que la organización les prepara un par de sorpresas: la primera, una mochila con unas chanclas y un bote de desodorante, la segunda, una pulsera para que puedan disfrutar del resto de la noche en una discoteca de la isla.