La mini crisis abierta en el Formentera se hizo patente el lunes con las declaraciones del centrocampista, el héroe de San Mamés, Álvaro Muñiz. El jugador hizo públicas sus diferencias con Tito García Sanjuán, un técnico que ha llevado al conjunto a lo más alto de sus aspiraciones, con mano de hierro, pocas concesiones y aplicando su forma de ver este deporte. Siempre ha marcado las distancias, con la corrección por delante pero con frialdad. El técnico es práctico y no ha venido a hacer amigos.

Las opiniones de los aficionados sobre lo que pasa en el vestuario son diversas. De hecho, resultó bastante difícil recoger opiniones entre los seguidores sobre la situación por la que pasa su equipo, cuando ya ha empezado la segunda vuelta de la Liga, y tras las recientes declaraciones de Muñiz.

El debate se mantiene abierto entre aquellos que están satisfechos con la labor de Tito y que aplauden los resultados de los últimos meses y los que consideran que al mister le falta feeling para conectar con algunos de los jugadores.

El caso de Liñán se analiza aparte entre los aficionados, que entienden que si ha recibido una suculenta oferta económica debe aprovechar la oportunidad. Pero la decisión de Muñiz esconde algo más. Se trata casi de la explosión de un secreto a voces como la tensión que mantienen el entrenador y algunos jugadores. Nadie quiere hablar. Cuando se gana, todo son lisonjas; cuando se pierde saltan las costuras.

Lo que no le falta al Formentera es su afición, que está compuesta por una masa social de más de 500 personas y que ha ido creciendo en la misma proporción en que han brillado sus resultados. Paco Mayans lo tiene claro: «Con el caso Liñán, la cosa está clara. Los contratos están para cumplirlos, pero si se quiere ir no se lo puedes impedir». Mayans admite que si el jugador «no está a gusto no rendirá como toca». Sobre la tensión en el vestuario, este aficionado asegura que «no es la primera vez» que ha escuchado las diferencias entre el cuerpo técnico y la plantilla. Pero lo que no termina de entender es que un jugador como Muñiz, que marcó en San Mamés, «quiera irse porque no tiene buen rollo con el entrenador». «No sé, igual hay algo detrás como el caso Liñán», añadió el seguidor.

Por su parte, el aficionado con el carné número 63 del Formentera, Xicu Torres Escandell, opinó: «Todos los años pasa lo mismo. Es muy bonito venir aquí, pero luego la gente no se acostumbra a vivir con las pocas cosas que hay en invierno». Para opinar sobre el entrenador, este aficionado necesito un rato en silencio: «Se dice que no es una persona que se relacione con la gente, que va mucho a la suya. Este año veremos quién tiene razón, si la plantilla o él», sentenció.

Detrás de esta pequeña fisura, que no tiene por qué enturbiar el futuro de un equipo que ha defendido con honestidad y orgullo el nombre de la isla, cabe una reflexión que debe plantearse la directiva del club.