Francisco Sevillano Cuevas llegó a Eivissa en 1973 procedente del Puerto de Santa María, Cádiz, para cumplir una promesa con el entrenador Manolo de la Torre. Venía para una temporada, que además no comenzó con buen pie, pero el afecto que encontró por parte de la sociedad ibicenca y su papel protagonista en la mítica SD Ibiza le empujaron a permanecer aferrado a la isla.

¿Qué le pareció el homenaje que le dieron sus excompañeros el pasado viernes?

Fue emotivo y fantástico. Labi estuvo impresionante con el micro, yo creo que no cenó [risas]. Hubo cachondeo, mi mujer estaba que no cabía en sí; le regalaron un ramo de flores, estuvo con nosotros el alcalde [Rafel Ruiz], que es mi sobrino, y a mí me regalaron una camiseta del Real Madrid firmada por jugadores. La Peña de veteranos de Santa Eulària y el Puig d'en Valls [club en el que colabora] también me dieron detalles. La verdad es que Labi se portó pero si no me hubieran hecho el homenaje tampoco pasaba nada. Con el tiempo que estuve, era el Ibiza el que tenía que haberlo hecho. Si tú les caes bien, les caes bien, lo que pasa es que yo el último año que estuve denuncié al club porque no me quería pagar.

¿Cómo y por qué llegó a Ibiza hace más de 40 años?

Vino Juan Gallego, que era el secretario técnico del Ibiza y era también de Puerto de Santa María y tenía mucha amistad con un entrenador que tenía yo, Manolo de la Torre. Necesitaban hacer un equipo porque habían estado muy mal la temporada anterior, y nos trajo a 12 o 13 de Andalucía por dos duros. Tenía yo 25 años. Estaba jugando ese año en Tercera, el resto en Regional, pero yo no me tomaba muy en serio el fútbol. Mis primeras botas eran unas zapatillas sin tacos a las que ponía tiras de cuero fijadas con clavos en la suela. Si se salía un trozo de cuero le podías hacer una avería al rival con el clavo.

¿Cuál era el proyecto que le proponían en Sa Deportiva?

Viajamos a Ibiza en avión porque había gente en la directiva con dinero. Yo no conocía la isla, solo por el mapa. Veníamos a jugar a Tercera División, si no no habría venido porque yo estaba ganando dinero trabajando en las bodegas. Llegué en la temporada 73-74. Venía a probar un año por una apuesta con el entrenador; él nunca ha usado gafas de sol y cuando vino a verme y me contó lo del Ibiza, pensé que tendría algún problema porque nunca llevaba gafas. No tenía interés en venir a Ibiza, pero le dije: mira, si me voy contigo te tienes que quitar las gafas. Se las quitó y tenía un moratón en un ojo por una pelea. En aquella época, al acabar la anterior temporada le hicieron un homenaje a Mariané, un encargado chiquitito que tenía el Ibiza. Había un tal Prado que jugaba en el equipo y al que el entrenador no invitó, diciéndoselo delante de todos. Entonces el otro le pegó un cabezazo que le puso el ojo hinchado.

¿Cómo recuerda su primera temporada en Ibiza?

Al principio me querían echar. La comida de aquí me sentó mal y me ponía malísimo cuando jugaba, tenía que irme echando hostias al baño. Empecé a perder kilos y muy mal. El entrenador Manolo de la Torre me había puesto por las nubes ante los periodistas y me había comparado con Beckenbauer. Los periodistas ya estaban mosqueados porque me habían visto jugar en pretemporada y pensaban que era un 'cagarrilla'. Entonces cuando me comparó con Beckenbauer, que era el mejor futbolista de la época, le dije que se había pasado porque había puesto el listón muy alto. Me decía que yo hacía la misma misión, pero yo le decía que no estaba en condiciones para que fuera presumiendo de mí cuando me arrastraba por los campos. Luego empezó la liga y el primer partido, que jugamos fuera, hice un partidazo. Entonces el periodista dijo, 'hemos visto a Franz Beckenbauer'. Luego el siguiente partido, en casa, ganamos y metí yo el gol en un córner. Desde entonces ya bien y estuve nueve temporadas en el Ibiza, una de ellas en Segunda B. La última ya jugaba poco, pero en las ocho anteriores sólo me perdí un partido.

Desde el principio fue el capitán. ¿Cómo era la relación con los compañeros y entrenadores?

Al principio la gente no quería que yo jugara, pero ya me habían hecho capitán por los galones que me había dado el entrenador. Los compañeros estaban también un poco 'moscas' pensando que yo era el mimado del entrenador, pero era todo lo contrario. Manolo de la Torre fue el técnico con el que más me he peleado.

¿Qué tal se pagaba en aquella época en Tercera y cómo les recibía la sociedad ibicenca?

Se pagaba mejor que ahora. Era una ficha, por ejemplo de 200.000 pesetas, que no se tocaba, y luego un sueldo todos los meses que por ejemplo eran 9.000 pesetas y siempre me sobraban unas 3.000. Había primas también por partido ganado. Era poco pero suficiente para no tener que trabajar. Todos los jugadores comíamos en Ca n'Alfredo. Juan era un fenómeno, se portaba muy bien con nosotros aunque nos echaba muchas broncas. Luego no pagabas casi en ningún lado. Nos invitaban. La gente nos conocía. Estábamos sentados en Vara de Rey y la gente se paraba y hablaba con nosotros. Iban unas 2.000 personas a vernos jugar al campo del Parque de la Paz. Y si el partido empezaba a las cuatro la gente iba a las dos.

¿Por qué el fútbol insular ya no engancha a tantos aficionados?

En nuestra época teníamos trato con la gente y eso les gustaba. Hacíamos amistad con muchas personas que luego venían a vernos al fútbol. Ahora los futbolistas no conocen a nadie. Vienes a un partido de Tercera división y hay muy poca gente. Aparte de que ahora hay mucha oferta y en la tele hay todo el día fútbol, ahora no hay contacto entre los jugadores y los aficionados, a los que hay que animar de alguna forma. Si tú no le animas con el fútbol hazlo como persona, que te valoren y sepan que los futbolistas son buena gente. Tienen mala fama pero no porque sean malas personas, porque son los más gamberros que hay [risas]. El futbolista, si lo conoces, es uno más, pero tienen que tener contacto con la gente.

¿Cómo ve el nuevo Ibiza de Amadeo Salvo?

El otro día estuve hablando con él porque me pidieron colaborar con ellos. Les dije que no porque no me quiero comprometer con nadie a mis 70 años. Y no quiero dinero porque no quiero estar obligado a nada. Pero estoy viendo que este hombre por lo menos está poniendo dinero. El proyecto es bueno. Por lo menos tiene intención y pone dinero. Pero estos no son la SD Ibiza.

Es que la historia del Ibiza está repleta de estafas, mentiras y desengaños.

Ahora han surgido distintos 'Ibizas', éstos, el de Braulio, el de Ibón Begoña... Y cada uno dice que el suyo es el verdadero. Pero a mí ninguno me representa. Que cambie de nombre no me gusta. Hay una deuda muy grande, de 200.000 euros, y nadie lo quiere pagar.