Otra semana más sin ganar. Y ya van cinco. La Peña Deportiva sucumbió ayer ante El Olivar aragonés por la mínima (0-1) y se mantiene como colista del grupo 3 con cero puntos, un lastre que empieza a ser demasiado pesado tanto para los jugadores como para los aficionados, que cada vez acuden al campo en menor número.

Puntuar ante el conjunto zaragozano era perentorio. Más que nada para que la ilusión con la que aterrizó en la División de Honor Juvenil no se convierta, casi desde el principio, en una pesadilla. Sin embargo, ayer tampoco fue el día, la pelota tampoco entró en esta ocasión, y los malos resultados empiezan a notarse en las piernas de los futbolistas, a los que no les sale prácticamente nada.

El encuentro ante El Olivar era, al menos sobre el papel, una buena oportunidad para sumar algún punto. Los visitantes no tienen un mal equipo y lo demostraron la pasada semana venciendo al Mallorca (2-1). No obstante, sí es de esos equipos de mitad de tabla a los que hay que ganar si se quiere ser alguien en la categoría.

El encuentro comenzó con mucha igualdad. La Peña, incluso, creó las primeras ocasiones de peligro, como un disparo demasiado desviado del inglés Jay en el minuto 8 o en un balón en el área pequeña al que a punto estuvo de llegar Moisés Hurtado en el 13. El Olivar, por su parte, dio el primer aviso en una falta botada por Sánchez desde casi el centro del campo, Leo Román falló a la hora de despejar y Raúl remató de cabeza para que Kike Tur despejase bajo palos en el minuto 19.

Poco después llegó la que quizá fue la mejor jugada de ataque de los locales, tras una buena triangulación entre Pau, Adri y Clay, cuyo disparo fue flojo a las manos de Montaner. Pero fueron los visitantes los que, a la media hora, no desaprovecharon su ocasión. Borja centró por la izquierda y Benedet, con mucha habilidad, remató imparable al fondo de la res.

Este tanto, y más en la situación de fragilidad en la que se encuentra el equipo ibicenco, fue un verdadero puñetazo para la Peña, que se fue al descanso con una clara sensación de impotencia.

Sin reacción

La segunda parte no fue mucho mejor. Es cierto que la Peña lo intentó, no con demasiada confianza, y que El Olivar, salvo en los primeros minutos, se echó hacia atrás, desentendiéndose de la portería defendida por Leo Román. Pero las imprecisiones y la falta de puntería de los locales hicieron que no volviera a moverse el marcador.

Casañ, mientras tanto, echó mano del banquillo para intentar variar el esquema del partido. Primero dio entrada a Kike Santiago, mucho más luchador y participativo que el hombre al que sustituía, Soute Badjinka. Después sacó a Cloudes y Roberto -por el lesionado Moi-, que debutaban en la categoría. Pero ni por esas. La Peña no levanta cabeza y mucho tiene que cambiar para que sea capaz de competir de tú a tú con rivales de mayor entidad.

En los segundos 45 minutos apenas hubo ocasiones de gol: unos porque no podían y, los otros, porque con el 0-1 no lo necesitaban. Hubo que esperar a los cinco minutos de descuento que concedió el colegiado Santos Lara para que se produjera la oportunidad más clara de los de Santa Eulària. El defensa Álvaro recogió dentro del área un saque de banda y su disparo, casi a quemarropa, lo rechazó el portero y, posteriormente, la zaga visitante. Ahí estuvo el posible empate. Quizá no hubiese sido un marcador justo pero, a estas alturas, hay que puntuar sea como sea.

Lo único que cuenta es que la Peña, por quinta semana consecutiva, se va de vacío. Todavía queda mucha competición por delante pero, o empiezan a llegar pronto los resultados o, como dice el título de una película, aquí huele a muerto.