No hacía falta pellizcarse para darse cuenta de que el debut del Formentera ante su afición en Segunda B no era un sueño. Esta categoría ya es otra historia y esto se percibía horas antes del partido, cuando se dejaron ver por la isla los dos centenares de seguidores del Atlético Baleares. Para algunos, como Isidor Torres, expresidente con más de 40 años de socio, el ambiente era comparable con históricos partidos como el amistoso de 1975 ante el Borussia Monchengladbach. «Pero esta vez sí que nos jugamos los puntos y hay que salir a competir», dijo.

Hasta las taquillas han subido de categoría y ahora las entradas ya no se venden tras una mesa plegable, sino a través de una ventanilla, como en los campos con más solera. Todo tiene un nuevo aroma más futbolero en el Municipal y los aficionados asumen las novedades, incluso las más engorrosas, como los registros de bolsas en la entrada, con normalidad, incluso con orgullo. «Como en el Camp Nou», bromeaba Pep, socio desde hace diez años.

La directiva de Xicu Ferrer cedió la mitad de los asientos a la afición visitante, un gesto que los habituales de esa grada aceptaron de pie y sin remilgos mientras que los blanquiazules correspondieron con una actitud impecable. «Espectaculares los balearicos, no se meten con el Formentera, animan y cantan y ya está», apuntaba Santi, que acaba de hacerse socio, como una treintena de seguidores que lo hicieron sólo en el día de ayer.

Los hermanos Agustín y Pepe, que llevan toda la vida siguiendo al Baleares, partieron a las 8 de la mañana de Mallorca y esperaban volver sobre la 1.30 de la madrugada, un desplazamiento «que no es pesado porque se hace con ilusión». «Ya hace años que queríamos que el Formentera subiese sólo para venir aquí. Nosotros deseamos mucha suerte a todos los equipos de las islas, bueno, a todos menos a uno...», afirmó. Eso sí, algunos socios del Formentera, como David, que se quedó sin su asiento a pesar de llegar con «30 minutos de antelación», esperan la ampliación con gradas provisionales en las dos bandas del graderío actual, una actuación anunciada para septiembre y que daría cabida a otros 300 asientos más.

Entre el público de pie, estaba la consellera balear de Deportes, Fanny Tur, «muy aficionada al fútbol» y que se encontró con el dilema de ocupar la zona de los visitantes o la de los locales y decidió por la solución más salomónica: «Haré una parte en cada lado» y señaló lo bonita que se presenta la temporada «con cuatro equipos de las islas en la categoría».

Antes de empezar el encuentro, Marcos Contreras alzó la copa de campeón de Tercera ante la afición, un gesto que fue puro trámite, casi sin que ni el portero ni el público le diesen importancia. No era momento de pensar en el pasado sino de empezar a vivir el futuro. Y la realidad no tardó en llegar, el Baleares se hizo con el control del primer tramo del encuentro y marcó de penalti. Óscar comentaba que ha quedado claro que «esto no es Tercera. Aquí los fallos se pagan muy caros. Este año vamos a sufrir, pero bienvenido sea el sufrimiento de jugar en Segunda B». Bernat, por su parte, aseguraba que «el Baleares es muy fuerte, pero hay 7 u 8 equipos que son de nuestro nivel, además, los grandes tendrán que pasar el trance del barco y a ver cómo llegan aquí».

En la segunda parte, cuando el Formentera tuvo sus opciones, John, británico y socio emblemático desde hace diez años, aseguraba que «aunque se pierda, la isla no puede dejar de apoyar el equipo». «Yo no vengo a ver ganar, vengo a ver como intentamos competir», añadió. Una máxima que el público de Formentera parece que tiene bien interiorizada. Con el pitido final y el 0 a 2 los seguidores, de pie, aplaudieron a sus jugadores como vencedores.