Reunir a varios centenares de corredores locales en las diferentes pruebas populares ha resultado una tarea sorprendentemente sencilla en los últimos años. Sin embargo, pocos eventos como la Mitja Marató de Formentera han logrado despertar la ilusión de tantos corredores de lejos de las islas. La belleza de los paisajes de la pitiusa menor, el acierto a la hora de elegir la fecha para la celebración de la carrera, una organización con muy pocas fisuras y el efecto llamada han convertido a Formentera en ´territorio runner´.

El Consell, pese a que aumentó la cifra de dorsales hasta los 2.400 este año, decidió no satisfacer la avalancha de corredores que demandó alguno para la media maratón o la prueba de ocho kilómetros. Según los cálculos de la institución, hasta 7.500 personas llegaron a la isla con motivo de la prueba, lo que supone un aumento de la población del 66% durante el fin de semana.

Todavía no existe un estudio económico que cifre exactamente el retorno de inversión que tiene la máxima institución formenterense por la organización del evento, que ya suma siete ediciones, algo que según el presidente, Jaume Ferrer, se verán obligados a cuantificar. Ahora, visto el éxito de la cita, estudiarán aumentar todavía más su magnitud: «Pienso que tenemos capacidad para hacerlo, aunque la idea no es crecer por crecer, ya que queremos mantener la calidad», matizó Ferrer minutos antes del pistoletazo de salida.

La mayoría de los participantes foráneos provienen de tierras catalanas y valencianas. Y las razones para sortear la temida triple insularidad en esta ocasión son variopintas, pero la gran mayoría coincide en el atractivo natural de Formentera.

El viaje de Hilario Suller fue uno de los más completos. Este valenciano, de 40 años, que finalizó 223º en la cita menor, llegó a Formentera en velero, igual que hizo el año pasado. «Nos gustó y aquí estamos otra vez», aseguró pese al temporal de la ida el corredor, que arrastró a la cita formenterense a su compañera María Roa, de 26 años.

Compra el dorsal a otro atleta

Ambos hacen deporte para sentirse bien y compitieron sin expectativas: «Venimos porque nos gustó la idea; a disfrutar. De hecho, nunca he hecho una carrera y he estado entrenado seis meses para venir aquí», afirma Roa. Lograron su objetivo después de cruzar la meta en 45 minutos y 33 segundos.

Sus paisanos Rubén Percivera, de 28 años, y Víctor López, de 30, tuvieron que comprar un dorsal a través de las redes sociales, ya que cuando decidieron acudir después de una salida en bicicleta de montaña la inscripción estaba cerrada. «Un día almorzando comentamos que había una carrera súperchula en Formentera. Y dit i fet, hablamos con la organización, contactamos con gente que quería dejar el dorsal y pagamos la inscripción», comentan.

López es aficionado a correr por la montaña y sus entrenos pueden componerse de cinco salidas semanales. Sin embargo, no tiene «una preparación específica». Su objetivo era 1 hora y 30 minutos y el resultado se quedó cerca: 84º en la media maratón con 1h.31:06. Por su parte, Percivera le pega a todo: «Fútbol, tenis, ciclismo€». Su ambición era «acabar y disfrutar de la carrera»: Objetivo conseguido con 1h.48:24.

En otros casos, en cambio, la prueba sirvió como aliciente para superar un periodo de lesión. La catalana Olga Masip se perdió por problemas físicos la media maratón de Barcelona. Fue en el hospital cuando decidió que el agua cristalina de la costa pitiusa sería su fuente de «inspiración».

«Estaba muy triste y busqué esta carrera para motivarme. Comencé a entrenar a finales de marzo y vengo a disfrutar», indicó Masip, que cumplió su objetivo en 2 horas, 2 minutos y 36 segundos.

A su lado, Lola Garrido, de 48 años, explica que llegó a la isla con una hora de retraso. Ella conoció la Mitja Marató Illa de Formentera hace unos años a través del programa de televisión ´A la carrera´ (TVE) y en su primera participación la finalizó en 1 hora y 49 minutos, un tiempo que calcó este curso, lo que le valió la posición 486ª.

Entre la habitual vestimenta de los runners una destacó por encima del resto. El gironí Jordi Casanova afrontó los 21 kilómetros entre la Mola y la Savina ataviado con unos guantes de boxeo y un albornoz de Papá Noel. Así le obligaron a correr sus seis compañeros de la sección de atletismo y triatlón del CN Banyoles con motivo de su despedida de soltero.

«Ellos han elegido el vestuario, pero he tenido suerte y no se han pasado mucho», bromeó Casanova, que concluyó entre los 200 primeros con 1h.39:33. «Nos enteramos de que coincidían las fechas y decidimos venir aquí y después ir de fiesta por Eivissa», confesó.