«Es la mejor del mundo. No hay ninguna jugadora que haga lo mismo que ella: todo lo que toca lo convierte en oro». El técnico catalán Jordi Fernández, una de las voces más autorizadas del baloncesto femenino, se deshace en elogios cuando habla de la caribeña Sancho Lyttle (San Vicente y las Granadinas, 1983). Prácticamente le cambia la expresión al recordar la que fue su pupila tres temporadas en el EBE Promociones PDV y una en el Perfumerías Avenida Salamanca.

La admiración de Fernández hacia la jugadora de Galatasaray y Atlanta Dreams no proviene únicamente de «una ética de trabajo y una educación fuera de serie». Lyttle comandó a las santaeulalienses casi a la cumbre, a la final de la Copa de la Reina, guió a salmantinas y valencianas al título europeo y ha revolucionado la selección española. El oro en el último Campeonato de Europa y la plata mundialista, sus avales.

Un camino de éxitos que comenzó con la llegada de unas imágenes en VHS a las oficinas del Puig d´en Valls. «Como tantos otros que recibíamos cada verano. Era una jugadora desconocida, pero nos pareció que podía amoldarse bien al equipo y ser una buena apuesta. Aunque hubo muchas dudas en la primera parte de la temporada», rememora el director técnico de la entidad, Víctor Torres.

Todos ellos recuerdan la llegada, en septiembre de 2006, de una introvertida y espigada deportista de 193 centímetros, que rechazaba las muestras de afecto propias de una cultura distinta a la suya. Sin embargo, acabó repartiendo abrazos unos años después de abandonar la isla.

«No asumía el rol que le correspondía. Tuvimos que hablar con ella y su representante, recuerdo aquella transición. Era su primer año en Europa como jugadora referencia. No fue fácil, pero acabó fantástica aquella temporada. Recuerdo lo complicado que fue renovarle las dos siguientes, casi tuvimos que secuestrar a su agente», bromea Torres.

Entonces, Eivissa descubrió a una auténtica atleta dentro de la pista y a una gigante fuera de ella. Con trabajo, sacrificio y humildad se fue ganando el respeto y la admiración de todas las personas que estaban a su alrededor. «Jamás tenía una mala cara y aceptaba todos los consejos. Es una persona súper humilde y receptiva», afirma Torres, a lo que Fernández añade: «Es la única jugadora con la que he compartido cuatro años de entrenamientos y con la que jamás he tenido ni el más mínimo problema».

Una apuesta con recompensa

El director técnico del club matiza que su primer destino en Eivissa fue una casualidad: «Si no hubiéramos apostado nosotros lo habría hecho otro equipo».

Pero sí admite el papel determinante que ha tenido Puig d´en Valls en el proceso que ha desembocado en la final del Mundobasket de Turquía: «Nosotros iniciamos los trámites para su nacionalización. Ella estaba dispuesta y quería vivir la experiencia de jugar en ámbito internacional. Comenzamos un proceso que cristalizó cuando fichó por Salamanca. Estamos muy contentos de que, gracias a estos años y nuestra apuesta, podamos disfrutar de Sancho Lyttle en la Selección. Lo que se ha conseguido es histórico y se tiene que tener en cuenta. El crecimiento del baloncesto femenino en general ha sido brutal», concluye.

Aunque Lyttle afirmó no dejar amigas en el equipo y sí «muchas compañeras», parte de su cabeza siempre estará en la isla. «Cada buen día y cada mal día los recordaré siempre», declaró la deportista, que ocupaba la mayoría de sus ratos libres en la isla en su cama y viendo la televisión: «Voy a muchos sitios, pero no tengo ninguno especial», declaró entonces. Para siempre también quedarán las dos elásticas del combinado nacional firmadas que la ´jugadora alquimista´ regaló al club.