La frontera imaginaria entre los grandes profesionales y el resto de tenistas del mundo suele situarse en el top 100 de ATP y WTA. Formar parte de ese exclusivo club no acapara titulares. A no ser que el jugador sea de Taiwán, Kazahkstan o Eslovenia, por citar algunos de los países ´minoritarios´ en el mundo de la raqueta -por falta de tradición o escasez de población- que tienen representación en unas listas con más de 30 nacionalidades diferentes. ¿Tiene mérito ser el 63º mejor tenista del planeta? «En un deporte tan globalizado como el tenis, mucho -señala Sergio Troncoso, organizador del Nike Júnior Tour-. Aquí juegan en todas partes y cada año salen cientos de chicos y chicas buenísimos».

Esa plaza, la hexagesimotercera del ranking masculino, es la que ocupa esta semana Roberto Bautista, un castellonense que en 2002 alcanzó el título infantil en el Máster Nacional que patrocina la conocida firma yanqui de material deportivo. Fue la primera edición que se disputó en Eivissa. Este torneo que agrupa a las ocho mejores raquetas sub´14 y sub´12 volvería en 2006 y seguirá, al menos, hasta 2014. El evento va al alza: en 2013 ha tenido 2.500 aspirantes a campeón. «En la isla estamos muy contentos. No es nada fácil reunir los 40.000 euros de presupuesto. Con esos recursos intentamos cuidar a los chicos lo máximo posible, apoyarles en el lado humano. Estamos en la brecha desde 1997 y podemos decir que todos los top 100 españoles nacidos de 1983 en adelante lo han jugado», amplía Troncoso.

Este madrileño ha perdido la cuenta de la cantidad de encuentros tenísticos de categorías inferiores que puede ver al cabo de un año. «Como es mi pasión y, a la vez, un trabajo, no me canso», le gusta afirmar, para añadir automáticamente que el que «llega a la élite, el que gana un trofeo ATP y WTA, que son cuatro gatos los que lo consiguen, debe tener mucha fuerza mental». Por eso, a nadie extraña en el mundillo que, a sus 14 años, Álex Davidovich acudiera este fin de semana a las instalaciones del Ibiza Club de Campo con un psicólogo.

Fallido proyecto de campeón

Para un chico o una chica en pleno despertar hormonal, puede resultar muy duro asumir que de ganar a cualquiera puede caer contra el primer rival que aparezca según se van cumpliendo años y se expanden fronteras. El caso paradigmático es el de Carlos Boluda. Nacido un 22 de enero de 1993, creció con la vitola de crack internacional desde que comenzó a pegar raquetazos fuera de su Alicante natal. Conquistó el Nike Júnior Tour español tres veces consecutivas, las dos últimas en Eivissa (2006 y 2007). Meses después de haber arrasado a sus rivales en la isla-entre los que se solía encontrar el madrileño Javier Martí, 238 de la ATP- se adjudicó el Máster Internacional. Tenía mejor palmarés que Rafa Nadal a su edad.

Pero la genética le lanzó un saque imposible de restar. Boluda no creció y, en el potente tenis actual, sus 165 centímetros de altura le complican bastante aparecer algún día a la zona vip del tenis internacional. Ahora está hundido más allá del puesto 800. «Las lesiones tampoco le han respetado y su juego no ha evolucionado lo que se esperaba. Este deporte, al ser individual y funcionar con rankings, puede llegar a ser muy cruel. De un día para otro no eres nadie», reflexiona Troncoso. El organizador es de los que cree que la actual etapa, «un ciclo dorado», del tenis patrio es «difícil de repetir». Las estadísticas son de aúpa: aunque hay vida más allá de Nadal, contando al extraterrestre de Manacor, hay 14 españoles en el top 100. Entre ellos, el catalán Albert Ramos, otro chicuelo que golpeó la pelota en Eivissa allá por 2002 y que puede decir que ha defendido la camiseta de España en Copa Davis. El más joven de la relación es el asturiano Pablo Carreño, 66 de la ATP con 22 años.

De la posición 101 a la 200 solo hay cuatro jugadores. Todos mayores que el gijonés.

Con «una afición tan exigente como la que hay en España», anuncia Troncoso, la sombra de Nadal, Ferrer, Almagro, Robredo y compañía «se hará larga». Así ha sido entre las féminas. Pero ahí comienzan a verse brotes verdes que ya asomaron hace años en las Pitiüses. Es el caso de Carla Suárez, hormiguita solo dos centímetros menor que Boluda que ha ido haciendo caminito en el ranking femenino. Desde que las geniales Arantxa Sánchez Vicario o Conchita Martínez colgaron la raqueta, ninguna española había llegado a cuartos de un gran torneo. Suárez lo ha hecho en Roland Garros, Australia y US Open.

En el 2002 visitó el ICC y logró el subcampeonato en categoría infantil. Muchos piensan que uniendo un extra de físico a su talento, la grancanaria sería otra Conchita, con la que le une una buena amistad. Otros, como la exnúmero 1 Martina Hingis, no se explican cómo, midiendo 1,63 metros, está en el puesto 14 de la WTA. Con ranking superior, solo las italianas Sara Errani y Roberta Vinci tampoco alcanzan el 1,70. Eso sí, son las mejores doblistas de la actualidad.

Cabeza versus físico

Pero aún así prevalece la cabeza -Suárez, afincada en Barcelona, lo demuestra- para hacerse sitio en la ´tiranía´ que ejercen musculaturas como la de Serena Williams. A la búsqueda de su espacio también anda Tita Torró (1992). Nació en Villena y, por proximidad, no le quedaba otra que recalar en Equelite, la academia que gestiona en esa localidad alicantina todo un ganador de Grand Slam y antiguo número 1 como Juan Carlos Ferrero.

En 2006 fue campeona infantil en la isla. Ahora busca su primer título WTA. Tampoco es tarea fácil. Suárez todavía no se ha estrenado (como le ocurrió en Sant Josep, ha perdido las cinco finales que ha disputado) y, aún así, ha llegado al top 15. Con cabezonería y buen hacer, Tita, 73 de la lista, y Carla quieren rematar algún día el punto de partido con el que cualquier jugadora sueña: el que te permite levantar un trofeo. Palabras mayores.

Sergio Troncoso: «Llegar a la élite no lo es todo, esa es la enseñanza»

Pueden ser monitores o profesores de tenis. Encordadores. Dirigir un club. O guiar a un futuro campeón a los cuadros más prestigiosos de la ATP o la WTA. Así lo defiende Sergio Troncoso, organizador del Nike Júnior Tour. «El tenis te tiene que dar valores para afrontar la vida. Sacrifican mucho familias y chicos por este deporte. Desde bien jóvenes. Por eso, no ser profesional no puede ser un drama: hay que reciclarse.

Llegar a la élite no lo es todo».

¿Eso es algo fácil de asumir? «No para todos», tercia Troncoso. La misión principal del circuito que dirige «es que los chicos conserven su participación como un gran recuerdo». Por eso, el madrileño se queda con el abrazo que se dieron Álex Davidovic y Lucas Franco al acabar la final infantil del pasado domingo.

Son amigos, entrenan juntos en Málaga y el juego limpio está por encima de la rivalidad en la pista.

Como Mayorova, Pavlicic o Kuhn, Davidovich es el ejemplo de la multiculturalidad que está enriqueciendo al tenis español. De padres ruso y sueca, lleva en su ADN el talento de los países que alumbraron a genios como Borg, Edberg, Safin o Kafelnikov. Y solo es uno de los muchos linajes extranjeros que se pasean desde 2002 por el NJT ibicenco.