Que en el aparcamiento del Pabellón Municipal de Santa Eulària des Riu solamente haya estacionados cuatro automóviles mientras entrena el Hàndbol Club Puig d’en Valls no es casual. Ni fruto únicamente de ahorrarse unos euros, ya que el litro de gasolina no tiene intención de descender del precio astronómico en el que anda encaramado. No puede haber más coches porque al grueso del equipo todavía no le ha llegado el tiempo de enfrascarse en los manuales de conducción de las autoescuelas. Son 16 chicas, pero una decena aún no ha cumplido los 18 años.

«Somos un equipo descaradamente joven y esa creo que va a ser nuestra baza y nuestro punto débil al mismo tiempo», comenta Noel Cardona, el guía de una plantilla que disputará a partir del próximo 6 de octubre la División de Honor Plata. O lo que es lo mismo, la segunda categoría del balonmano español. Con la meta de sellar la permanencia, el objetivo por el que ya se trabaja con una sonrisa en la boca.

Como el técnico recalca, en la pretemporada «se está sudando la camiseta». Las sesiones empezaron el martes y, mientras se ponen a tono músculos y fondo físico, la ilusión ya se derrocha en una pandilla que se conoce desde la niñez. La fórmula del Puchi no está envuelta en misterio, como si de una bebida gaseosa se tratara. Es simple y va cargada de paciencia. Se capta a los chavales que se sienten atraídos por este deporte en las escuelas de esta parroquia que linda con Vila; se les transmiten los fundamentos balonmanísticos en las pistas polideportivas vallenques, y se espera a que el proceso culmine con la lección más complicada de todas: aprender a competir.

El plantel de Cardona (19 añitos de media) prueba que esta maceración da sus frutos, especialmente con los equipos femeninos, si el pensar a largo plazo se convierte en elemento sagrado. El cupo de veteranas lo forman tres chicas de 23 años (Ana Boned, Paula Fresneda y Victoria Núñez) que levantaron a nivel nacional en 2006 y 2008 un subcampeonato cadete y un título juvenil. Son la quinta «que poco a poco va volviendo», como recuerda Cardona, aludiendo a la fabulosa generación que comandaba Ana Ferrer. Ellas, junto a la pivote Irene Carrión (la ‘abuela’, a sus 24 años), tendrán que ser las que enseñen a la tropa sin carné de conducir la dureza de disputar duelos a una escala superior a la Primera Balear.

Codazos para permanecer

Las benjaminas del Puchi son conscientes de la oportunidad que tienen entre manos. No se visitaba la categoría nacional desde 2009. La hornada de Raquel Bejarano, internacional cadete con España y la central que guiará a las azules, debe hacerse con la medida de un calendario que se iniciará en la isla contra el Villaverde madrileño. «La crisis por la que pasa la élite hace que muchas buenas jugadoras vuelvan a sus clubes de origen. Aprenderemos qué son los codazos y a movernos como toca sobre la pista, pero creo que, una vez captado eso, competiremos muy bien. La permanencia se puede lograr», reflexiona Cardona, técnico de un club pequeño que quiere ser grande.