El diablillo que hizo temblar a Miguel Indurain camino de Sestriere en el Tour de 1992 con una escapada en solitario de 200 kilómetros pedaleará en Eivissa esta Semana Santa. Claudio Chiappucci sigue subiéndose a la mountain bike para matar el gusanillo del ciclismo pese a haber estrenado el pasado febrero el medio siglo de edad. Los participantes que se disputarán la general por parejas de la Vuelta a Eivissa en BTT eran críos o chavales cuando el pequeño cuerpo de este lombardo que capitaneó al mítico Carrera volaba por Alpes y Pirineos hace dos décadas. Los Larrinaga, Menéndez o Guerra lo recordarán incansable, embutido en el maillot de puntos rojos que le acreditaba como líder de la montaña (reconocimiento que alcanzó en 1991 y 1992) y atacando en cada cuesta, en cada cruce.

De jueves a sábado, tanto el ramillete de favoritos como el grueso de cicloturistas que completarán las tres jornadas de la ronda pitiusa por puro placer podrán ver de cerca a uno de los últimos representantes del viejo ciclismo, el que desconocía al pinganillo y se basaba en que en la carretera sucediera lo inesperado. La vida deportiva de Chiappucci se cimentó sobre los imprevistos. Nadie contaba con él para la general de la Grande Boucle en 1990. Una escapada bidón en las etapas iniciales le transportó a un liderato impensable que, el escalador modesto que era entonces, no soltaría hasta la última ´crono´, donde le batió el calculador Greg LeMond.

Convertido en una estrella de su deporte, su colección de podios (fue dos veces segundo en el Tour y una tercero, méritos que calcó en el Giro de su Italia natal: subcampeón en 1991 y 1992 y tercero en 1993) le hizo merecedor de cierta fama de ´Poulidor´. Tan abonado a la plata estuvo que se quedó a las puertas de vestirse de arcoíris -la maglia que solía portar en aquellos años de fraterna rivalidad con Indurain otro de sus grandes enemigos sobre el asfalto: Gianni Bugno- en 1994. Se iniciaba el declive de su trayectoria, años que dedicó a acaudillar al malogrado Marco Pantini, y el Mundial se le escapó por nueve segundos en favor de Luc Leblanc. Para más inri, en Sicilia, ante sus compatriotas.

Solo le faltó una pizca de suerte a un tipo carismático que aterrizará en los próximos días en las Pitiüses para apadrinar a una Vuelta que ha apostado claramente este año por su faceta competitiva. Con Roberto Heras, Marga Fullana y Sandra Santanyes como cabezas de cartel, el espectáculo estará más que asegurado.