Fue una victoria a ritmo de tango. No porque hubiese tres argentinos sobre la pista (aunque Pablo Lima sea brasileño, el sabor era puramente albiceleste). El triunfo fue tanguero porque el guión del partido ascendió y descendió como subía y bajaba, vibraba y seseaba la voz de Carlos Gardel al ritmo del bandoneón. Porque el pádel, dominado sin discusión por los argentinos, se asemeja al baile rioplatense por las torsiones imposibles que la pelotita amarilla obliga a hacer a los jugadores cuando rebota contra las paredes. Y se baila agarrao porque se juega en pareja. Ayer, en Sa Blanca Dona, Fernando Belasteguín y Juan Martín Díaz demostraron una vez más que nadie danza mejor que ellos el tango del pádel.

La pareja favorita para hacerlo se llevó la primera edición del Pro Tour Internacional Ciudad de Ibiza, pero, para ello, pasó un calvario de sudor para levantar el título. Juan Mieres y Pablo Lima fueron la sal en su herida, su lamento arrabalero, la explicación de por qué se vieron obligados a remontar un partido que tuvieron casi perdido. 40 minutos después de haber empezado a pelotear, el electrónico reflejaba un 6-2 y 3-1 favorable a Mieres y Lima.

Los aspirantes, haciendo ambos gala de un completo estilo, habían desactivado la peligrosidad de los favoritos. Belasteguín estrellaba sus misiles contra la red. No estaba en el tema. Díaz impactaba su espina dorsal a menudo contra el cristal de la ´jaula´. Contra la espada y la pared, era incapaz de defender el ataque liftado de sus rivales.

El Ricardo Darín del pádel

Mieres y Lima quizás olvidaron que el binomio que mira al resto del circuito mundial encima de la atalaya del número uno desde el año 2005 tiene un talento semejante al de los actores Ricardo Darín y Eduardo Blanco. Belasteguín es un ´Darín´. Ojos claros y suave acento porteño le disfrazan de inofensivo fuera de la pista. Dentro del rectángulo, su forma implacable de rematar le quitan ese disfraz. Como Darín, que es capaz mejor que nadie de meterse en la piel de personajes que combinan a la perfección al bonachón desgraciado con la fuerza del rebelde. A partir de ese 3-1, Belasteguín recobró su insumiso smash. El efecto fue inmediato: cinco juegos seguidos a su favor para llevarse el set por 3-6.

Díaz, en cambio, es el cómico de la pareja. Como Blanco, ese Roberto Benigni emigrado a Buenos Aires, tiene el don de la versatilidad. Golpes de todos los colores dieron vida a la raqueta arcoiris de Díaz. Ayer a partir de la mitad del segundo set. Volvió a ser el rey de las defensas imposibles, el frontón que los furiosos raquetazos de Mieres y Lima, agachando su larguirucho cuerpo si hacía falta y haciendo reír al respetable (él es el cómico, Belasteguín, el seductor) cuando, de espaldas, golpeó la pelota por debajo de sus piernas.

Cuando a Belasteguín le dieron unos calambres, todo el público aguardó al truco final del mago. Era el tercer y definitivo set, el marcador estaba 3-4 a favor de Mieres y Lima (que celebraban cada punto como si de la victoria se tratase) y el título se escurría. Increíblemente, Belasteguín dejó de cojear en los últimos tres juegos. Tres piezas sublimes de peloteo eterno, de bombardeo constante, de esgrima con raqueta. El tango enloqueció y un gran tie-break puso el set 5-4 para los favoritos. Mieres pisó el pie de su pareja y mandó la bola a la red en el punto definitivo. La gloria era para los números uno (2-6, 6-3 y 6-4) y el aplauso cerrado del público clausuró el baile. La música había sonado durante 2 horas y 22 minutos.

El apunte

ORGANIZACIÓN

La prensa no puede aparcar en un parking semivacío

La organización del torneo no permitió aparcar al redactor de este rotativo y al cámara de IB3 que se desplazaron a cubrir el evento en el aparcamiento de Sa Blancadona. Los organizadores alegaron «que el sitio estaba reservado para el público de los palcos», pese a que el aparcamiento se encontraba semivacío.