Durante los últimos meses, un ´run-run´ no ha parado de escucharse en las esferas directivas de varios clubes pitiusos como el Palacio de Congresos, el Space Gasifred o el Space Tanit. «Los políticos no quieren que en Eivissa y Formentera haya deporte de élite». No soy politólogo, pero no hace falta ser reputado analista político para saber que las instituciones públicas no tienen una llave mágica para abrir la mística caja de ese paraíso llamado élite. Aunque aportaran un dinero ahora desaparecido en época de severísimos recortes.

Artesanos. Élite, galicismo que, según la Real Academia se refiere «a una minoría selecta». Quizás, en el caso de los tres equipos mencionados, el término alude más a la poca cantidad de aficionados que arrastran que al privilegiado estatus que han ocupado desde hace más de un lustro a fuerza de comprar equipos con el dinero de todos. A construir deportistas se han dedicado, desde mucho tiempo antes, los ´artesanos de campeones´ que, con tiempo, una caña y mucha pasión, han dado a las Pitiüses promoción turística a base de medallas.

Asier Fernández, Sebas Vidal, Toni Roig, Toni Gino, Rafa Ramírez, Teo Blázquez, Fernando Pérez o Carlos Morillo son los nombres enla sombra que han logrado que ver a un pitiuso en un podio nacional o internacional no sea una novela de ciencia ficción. Esa es la élite, la que no se compra, la que no desaparecerá dejando una montonera de escombros en forma de deudas bajo la cual no se verá casi ni rastro de cantera. Porque si un pitiuso puede triunfar en deportes como el kárate, el tiro con arco o el atletismo, ¿hay algo en nuestra genética de isleños que nos hace poco aptos para el básquet femenino y el fútbol sala? Ese es el misterio por resolver.