Daniel Echeverría tiene 20 años. Nació en Ecuador y llegó a Eivissa hace tres años, donde practica el deporte del motocross que le tiene encandilado desde que era un niño, influenciado por su padre. En su país de nacimiento participó en unas 40 carreras y despuntó desde los primeros acelerones.

Al llegar a la isla, una de las primeras cosas que hizo fue preguntar dónde podía practicar esta disciplina y la primera persona que le ayudó fue Jordi Roig, mecánico de Moto Track, que le proporcionó toda la información que precisaba. «Jordi se ha portado muy bien conmigo. Siempre me ha ayudado», dice el joven piloto, nervioso ante su primera entrevista.

Su primera carrera en Eivissa fue en 2008 y quedó segundo en la clasificación final de la categoría MX2 (sub´23), a pesar de que no pudo entrenar regularmente, al igual que el resto de pilotos pitiusos, que no tenían dónde prepararse porque no había ningún circuito.

Los estudios le llevaron después a Zaragoza, donde estuvo casi un año, por lo que tuvo que apartar su potente moto, pero desde que ha regresado a Eivissa no ha dejado de competir y progresar.

Tímido en el cara a cara, es agresivo sobre la montura y ya se ha hecho un nombre dentro del mundo motociclista ibicenco. Desde que volvió de la capital aragonesa ha participado en diez pruebas y siempre ha acabado entre los mejores, aunque su mejor actuación la tuvo en Santa Eulària hace unos días, donde se proclamó campeón de su categoría. Unos días después acabó en la cuarta posición en el Campeonato de Balears.

Dani Echeverría tiene claro cuál es su objetivo: «Me gustaría ser campeón de las islas, aunque primero tengo que seguir destacando aquí en Eivissa, donde hay pilotos realmente muy buenos. Hay mucho nivel porque creo que siempre ha habido muchísima afición y tradición en las Pitiüses».

Federado con el Motoclub de Formentera y Eivissa, el modesto piloto ecuatoriano entrena sólo los sábados en sa Coma, aunque reconoce que el circuito no están en muy buenas condiciones. «Está muy duro y se rompen los neumáticos o los cárters. Esperamos que lo arreglen y lo dejen en buenas condiciones. ¿Un deporte caro? Yo creo que sí. Cuesta mucho dinero cada vez que hay que llevar la moto al mecánico. Menos mal que lo más básico me lo arreglo yo mismo».

Las lesiones también pasan factura a los pilotos de motocross. Él las ha sufrido más de un percance: se rompió el pie, el hombro se le ha salido tres veces y tiene varias costillas dañadas, que le han dejado secuelas. «Son gajes del oficio», dice Echeverría, que estudia Dirección y Administración de Empresas en la UIB.

Su hermana Jenny, de 15 años, también es una enamorada de las motocicletas, aunque Dani comprende que el motocross es muy duro para ella. Sin embargo, la apoys y dice que la ayudará en todo lo que pueda.

Echeverría no sabe qué contestar cuando se le pregunta qué siente cuando ´vuela´ con su Yamaha. «No sé qué decir, es algo especial. Es como si estuviera en mi hábitat natural. Me encanta. No lo cambio por nada del mundo. Estar en la moto me hace feliz».