Mar Sánchez (Ibiza, 25 de diciembre de 1979) dejará atrás los largos fines de semana de competición en que, para evadirse de lo que implica ser una atleta de alto nivel, recurría a la lectura —todavía hoy es una asidua lectora y su última adquisición ha sido ´La mecánica del corazón´, de Mathias Malzieu—. Eso sí, seguirá usando su colección de calcetines ´tobilleros´ de algodón, que según su personal superstición le traían suerte en cada concurso. Finalmente, la atleta guardará las pértigas en el mismo ´garaje´ donde guarda su joya, material, más importante: su Nissan Qashqai, el coche que más le gustó y que aún está pagando.

­— ¿Se siente la mejor deportista pitiusa de la historia?

— Me parece pretencioso. Me considero una persona que ha luchado por sus objetivos y ha defendido su isla allí donde ha ido. La mejor, no sé. Creo que hay muchos deportistas en la isla que merecen ese título y estoy segura de que vendrán muchos más.

— Descríbase como atleta y como persona.

— Creo que no es posible aislar una faceta de otra, es decir, eres en la pista igual que eres fuera. Soy disciplinada, seria, pasional... He tenido muy en cuenta a la gente que trabajaba conmigo, a los que estaban conmigo y a los que tuve alrededor. Una persona no es nadie sin la gente que le rodea. He intentado cuidar ese entorno aunque fuera muy pequeño y muy cerrado. Soy muy amiga de mis amigos, pero los de verdad, a ellos les doy mi apoyo incondicional. Siempre, aun en competición y pese a que no con todos me he sabido llevar bien, intenté estar cómoda en la pista y que la gente lo estuviera conmigo.

—Doce años en la élite, con sus altos y sus bajos, son muchos. ¿Qué sacrificios ha hecho en ese tiempo?

— Muchos. Lo primero que sacrificas es tu vida personal. Eres atleta 365 días al año y 24 horas al día. Al final, esto significa que siempre que celebras un cumpleaños, no te comes el pastel o en Navidad, en un día especial, tienes que irte a entrenar aunque te apetece seguir de sobremesa. Lo más duro para mí fue el sacrificio personal. Me tuve que ir de Ibiza, de mi casa, con 17 años. He estado fuera de casa doce. Crecer fuera del entorno familiar ha sido complicado, pero de todo se aprende. Me ha enseñado otras cosas como ser independiente y resolver los problemas yo sola.

— Procedente de la gimnasia artística, se aventuró en un deporte nuevo como la pértiga femenina en 1997. ¿Cómo lo analiza?

— Cuando se miran con perspectiva las cosas, lo que uno creía que eran casualidades al final no lo son tanto. Y todo parece haber ido encaminado hacia lo que luego fue mi vida deportiva.

— ¿Se siente partícipe del desarrollo tan espectacular de su especialidad?

— Claro que me siento partícipe. Fui al primer campeonato de Europa y a las primeras Olimpiadas donde la pértiga femenina era oficial. La evolución ha sido exponencial y ahora está en proceso de estabilizarse. Va costando superar las grandes marcas. Todas las atletas que están ahí a nivel europeo, empezaron conmigo, tienen mi edad o los mismos años de trayectoria. Esto conlleva que estas atletas estén llegando a su límite en cuanto a marcas.

— Como abanderada del deporte femenino en Balears, ¿cómo ve el papel de la mujer en el atletismo?

— Depende de nosotras mismas. Hay que mostrar que tenemos ese valor. Las mujeres del atletismo con las que he convivido demostraron y siguen, seguimos, demostrando que somos válidas. El número de atletas es inferior al de hombres, por tanto el porcentaje de logros es menor. Sin embargo, creo que todas las que están ahí es porque lo han luchado, lo han peleado y porque lo valen.

— Mantiene su presencia en la directiva de la Real Federación Española de Atletismo (RFEA) por segunda legislatura consecutiva. ¿Qué le empuja a tener este papel de representación de los atletas en el ámbito federativo?

— La inquietud viene de que uno protesta mucho pero se da cuenta de que hay que formar parte [de la Federación] para que la propia visión de las cosas se pueda plasmar en algo concreto. De ahí la necesidad de formar parte de los estamentos que hacen posible obrar cambios. Estar aquí nace de la necesidad de mejorar lo que hay.

— ¿Destacaría algún logro concreto en estos seis años que lleva en la dirección de la RFEA?

— Los cuatro primeros años cuando abría la boca, al igual que las otras dos atletas que estaban allí, que eran Carlota Castrejana y Ruth Beitia, la sensación que yo tenía era que el resto de la junta pensaba ´ya están los atletas hablando y encima mujeres´. Pero, pasado un tiempo, tres años o así, uno de los miembros nos dijo: ´Sois superguerreras y movéis más de lo que vosotras os pensáis´. Igual era cierto. Aunque nosotras no lo vimos plasmado en algo concreto, sí es verdad que aquéllos cuatro años fueron de pelea con todos. La visión del atleta choca con la de los federativos o clubes. El logro fue hacer valer nuestras opiniones. Y ahora, en esta segunda etapa, hay más atletas. Además de mí, están Javier Bermejo, Roberto García, Ruth Beitia, Manuel Pancorbo, que representa a clubes pero fue atleta, y estoy yo. Todos, más o menos, vamos en la misma línea.

—¿Está tan anquilosada la Federación Española como parece vista desde fuera?

— Anquilosada es una definición dura. No sería la palabra correcta. Sí es verdad que la gente que la forma es mayor y el atletismo actual es muy diferente al de hace 50 años. Tal vez se compensa ahora. Una persona mayor aporta una experiencia, un camino, una serie de valores, y al unirse a una visión más joven, fresca y actualizada, llega a hacer una mezcla que merece la pena. Bueno, ahí estamos.

— ¿Qué dificultades ha tenido como deportista que le hayan condicionado deportiva y personalmente?

— Como mujer deportista jamás me he sentido discriminada ni infravalorada. Me he sentido tan igual como el resto de mis compañeros. En este aspecto, no tengo ninguna queja.

— Los medios de comunicación tienen un papel condicionante en su deporte, en cuanto a que se trata de reducir la duración de las pruebas para ganar en espectacularidad, ¿cree que esto ayuda a que aumenten los aficionados al atletismo?

— Todo depende de la capacidad del espectador de reproducir lo que está viendo. Captar aficionados por la vía de que se sientan identificados, a través de los colegios, implicando a padres y abuelos, es más eficaz que una hora de televisión. Creo más en esto que en el deporte-espectáculo. Es a largo plazo, sí, y en una sociedad que lo quiere todo ya. Pero creo que con un solo niño que acuda a un campeonato de España ya se gana a una familia para el atletismo.

— Una vez anunciada su retirada como atleta, ¿qué cambios va a experimentar su vida?

— Pocos [risas]. Ahora, en lugar de trabajar solo tres horas y media, trabajaré seis; tendré los fines de semana libres, podré organizar mis vacaciones sin tener que esperar a ser seleccionada, o no, por la Federación para alguna cita internacional... Tengo que admitir que después de seis horas trabajando como fisioterapeuta me quedarán pocas ganas para irme a correr. Y, aunque dedicaré tiempo para la actividad física, sé que pasaré un tiempo sin hacer nada.

— Cada año le hemos preguntado por un objetivo para la temporada. Ahora no va a ser menos. ¿Qué proyecto le motiva en 2010?

— Quedarnos embarazados... [de nuevo risas].

— ¿Cuál ha sido la decisión más difícil y cuál la más positiva en sus doce años en el deporte de alto rendimiento?

— La más difícil ha sido la de poner punto y final a una vida deportiva. La más positiva, el comienzo. Tenía 17 años y decidí irme a Madrid con una maleta llena de sueños y muchas ganas de que salieran adelante.

— ¿Y se cumplieron esos sueños?

— Bueno, algunos se quedan en el tintero pero lo que no salió es porque no tenía que ser. Estoy satisfecha con lo vivido.