Sant Antoni | Paco Murillo

«Gracias a todos. Este ha sido mi mejor regalo de Reyes». De esta forma se expresaba ayer David Meca, prácticamente 24 horas después de haber entrado en la historia al convertirse en el primer ser humano en cruzar nadando desde la Península hasta las Pitiüses. El catalán compareció ante los medios de comunicación en el Club Náutico de Sant Antoni, muy cerca de donde culminó la proeza. Allí también fueron numerosas personas para felicitarle. Llegó bastante recuperado, todo lo bien que podía estar después de haber recorrido más de cien kilómetros nadando con sus pies y sus brazos como única ayuda para desplazarse en el mar.

Cansado, con la mano izquierda vendada y algunas magulladuras en su cuerpo, pero con la satisfacción de haber logrado «el sueño» de su vida, el nadador contó con detalle y con un gran sentido del humor cómo pasó la travesía. «Este recorrido no fue el más corto, pero sí el más bonito», comentó.

Meca también explicó por qué no se conformó con tocar tierra ibicenca cuando llegó al islote de Ses Bledes y decidió nadar hasta el puerto: «Sant Antoni se ha portado muy bien conmigo y cuando llegamos al islote de Bledes, donde nos llevaron las corrientes, no quise conformarme. No quería que nadie dijera que se había conseguido a medias».

Ese recorrido lo realizó en cuatro horas y no en una hora y media como estaba previsto. Se calcularon mal las distancias y hubo que luchar con las corrientes. Esos últimos kilómetros fueron los peores para él: «Fueron cuatro horas trágicas. Nunca había llorado en una travesía, pero en esa recta final lo hice de impotencia, porque los brazos ya no me respondían y pensé que no lo lográbamos», apuntó.

Nunca pensó abandonar

El de Sabadell también destacó que nunca se le pasó por la cabeza arrojar la toalla: «Intento que la palabra abandono no esté en mi vocabulario. Jamás he abandonado ninguna de las carreras que he hecho. Una vez que abres la puerta al abandono la utilizas muy a menudo. La natación es el deporte más bonito que hay, pero el más duro piscológicamente. Sé que podíamos haber tenido problemas y tendríamos que haber salido del agua, pero iba a luchar. Era el momento de intentarlo y de conseguirlo».

Todo parece indicar que esta no va a ser su única hazaña: «Si colgara hoy el bañador, algo que no voy a hacer, sería el hombre más feliz del mundo. Esto es lo más grande que he hecho. Respecto a si habrá otro reto, siempre digo que no, pero seguro que lo habrá».

Una de las anécdotas que contó es que una señora le regaló una medalla antes de salir de Jávea, que llevó consigo dentro del traje de foca y que guardará con mucho recuerdo. Otras de las curiosidades que contó es que mientras nadaba intentó superar el dolor «cantando y rezando». También se acordaba de la ovación de la gente al llegar al puerto: «Fue impresionante encontrar a tanta gente esperando y tantos barcos acompañádome al final».

Por último, el susto ayer lo protagonizó el padre del nadador, José Meca, que sufrió un fuerte golpe en la cabeza al caerse un altavoz en la rueda de prensa. Fue atendido por la Cruz Roja de un chichón.