El Colegio de Árbitros de Fútbol de Ibiza y Formentera trabaja desde hace unos años para garantizar el futuro del colectivo. Anualmente celebra cursillos de captación con los que conseguir nuevos colegiados que, además, rejuvenezcan el grupo y poco a poco tomen el relevo del resto. El curso de 2016 fue especialmente fructífero y se consiguió una prometedora hornada de árbitros.

«De los 24 que empezaron las clases la temporada anterior, obtuvieron el título once y hay seis que ya están pitando partidos de base. Estamos muy ilusionados con ellos y pensamos que varios podrían llegar a alcanzar algún día, tranquilamente, la categoría nacional, por capacidades y aptitudes», asegura Julián Córdoba, delegado insular de árbitros en el campo de Can Cantó, mientras los colegiados son fotografiados para el reportaje de Diariodeporte.

En el grupo están Eric Juan Moreno, Juan José Pacheco, Arturo Ruiz, Justo Andrade, Ander Ferrer y Christian Pla. Con edades comprendidas entre los 15 y los 17 años, ellos son el futuro.

Córdoba prefiere no revelar los nombres de los más destacados, a la par que afirma que están muy contentos con el trabajo que están realizando todos ellos. La llegada de savia nueva a la delegación insular ha aliviado la situación de envejecimiento del colectivo, que se está «haciendo un poco mayor y que se encuentra muy estancado en cuanto a renovaciones». «Empleamos todas nuestras energías en que se incorporen más jóvenes al arbitraje», apunta Córdoba.

El responsable de los árbitros de fútbol de Eivissa y Formentera destaca que no es fácil retener a los chicos y chicas que empiezan los cursillos. Lo de la campaña pasada fue algo especial y contrasta con lo que está sucediendo en esta, en la que las cifras son algo más pobres. «Si el año pasado de 24 nos quedaron seis, este que tenemos seis, de los trece que empezaron, igual conservamos a uno, si tenemos mucha suerte».

Según Córdoba, los cursillistas dan el paso atraídos por la remuneración económica que se les paga (entre 25 y 45 euros) pero también para conocer «qué labor hace un árbitro» dentro del campo «y la dificultad que tiene». Precisamente, este último apartado es el que «más se trabaja» entre los aspirantes a ser árbitro de fútbol, aunque evidentemente no se dejan de lado otros aspectos fundamentales como el aprendizaje y aplicación «del reglamento» y «la táctica y técnica del arbitraje».

«Pero la parte más difícil a esta edad es saber aguantar la presión cuando salen a un terreno de juego. En la escuela, tanto Alberto Morena como Jaume Bardají [los profesores del centro de árbitros] son dos personas que tienen mucha experiencia y se les indica a los chavales que tienen que tener mucha paciencia dentro de un campo. No todo el mundo sirve para ser árbitro de fútbol», explica su máximo dirigente en las Pitiüses.

Córdoba también recalca que los colegiados noveles «tienen muchísimo apoyo de los árbitros veteranos» y se les acompaña a partidos que «pueden ser complicados y tensos». «Mantenemos charlas con ellos para que no se desmoralicen y mantengan la ilusión».

Algunos, como el ibicenco Antonio Luna Do Carmo, ya dieron una lección de compromiso, coraje y saber estar dentro de un campo. El joven árbitro suspendió en mayo un partido de benjamines porque un niño empezó a llorar debido a que un padre lo increpaba desde la grada.

A pesar de su juventud, Do Carmo lleva ya cierto tiempo arbitrando. Todo lo contrario que Eric Juan Moreno, uno de los jóvenes colegiados que han empezado a pitar esta temporada, que reconoce que ha vivido alguna que otra situación complicada, como «tener que expulsar a alguien del banquillo, como un delegado». «Ellos son educadores y tienen que dar una buena imagen a sus jugadores».

Sorprende que el colegiado asume con resignación episodios de violencia como los insultos. «Nunca te parece bien que te insulten, pero este es un trabajo que va con esa marca. Lo he vivido y hay que intentar que no vuelva a suceder», relata Moreno, que aspira a alcanzar el éxito en el arbitraje. «Quiero llegar a Primera. Siempre es difícil ascender, pero con trabajo y humildad se puede conseguir todo», declara.

Otro de los cursillistas de la temporada pasada, ahora ya árbitro, es Justo Andrade. «Juego al fútbol y siempre me ha gustado ver este deporte desde otros puntos. Era o entrenador o árbitro. Para lo primero aún me queda y elegí lo de colegiado cuando vi el anuncio en el Diario», dice el adolescente, que también sueña con «ir subiendo cada vez más». «Ahora mismo soy mejor línea que árbitro. Espero llegar a ser el colegiado principal de una categoría importante», señala.

Reconoce que también ha estado presente en episodios de violencia verbal, de los que dice que tristemente «son parte del fútbol». «Pasa en un montón de campos. Hay que hacer oídos sordos y seguir para adelante», apunta.

La temporada que viene serán otros los que empezarán a arbitrar encuentros. Chicos como Kilian Palermo, Nicolás Viana y Maykel Valencia llevan varias semanas haciendo el cursillo. Uno de sus profesores es Alberto Morena, que asegura que los chavales han empezado «con ganas» y lo difícil es «mantenerlas». Cree que «las viejas glorias» como él deben ir apartándose poco a poco para dar paso «a la gente joven». «Pero no nos podemos ir sin que haya árbitros suficientes».

Incorporación de mujeres

Por otra parte, uno de los «caballos de batalla» de la delegación es la incorporación de mujeres al arbitraje. La temporada pasada había una chica pitando pero lo acabó dejando. «Nos gustaría emprender una campaña de captación. Por desgracia, el mundo del fútbol es muy machista. La chica que tuvimos el año pasado sufrió comentarios machistas. Vamos a intentar incorporar a alguna mujer al mundo del arbitraje. Es algo que nos encantaría. De hecho, para el curso de esta temporada abrimos las puertas a cualquier interesada», subraya el delegado insular de árbitros.

El único requisito es no haber cumplido los 25 años. De hecho, dos chicas que se mostraron interesadas en hacer el curso no pudieron por haber superado esta edad, aunque Córdoba está intentando que el Comité Balear de Árbitros sea flexible y acepte su inclusión.