Su estancia de 11 meses en el penal de Puente Grande en Jalisco, México hace unos años, donde convivió con otros 12.000 presos, fue la semilla que germinó en el año 2013 como Fundación Prison Art, una asociación que tiene como objetivo ayudar a los reclusos de las cárceles mexicanas. Esa idea la maduró el financiero español Jorge Cueto durante los largos días encarcelado, «injustamente», remarca, y ahora la ha presentado en Ibiza.

En esos 11 meses de cárcel, Cueto vivió en sus propias carnes la difícil vida de los internos de las prisiones mexicanas. «Allí primero te detienen, te meten en la cárcel y luego te preguntan», explicó el empresario a los medios ayer en Ibiza. En los centros penitenciarios del país norteamericano no hay oportunidades de rehabilitación ni de luchar contra el estigma de haber pasado por la cárcel y, por tanto, de conseguir reinsertarse en la sociedad, contó Jorge Cueto. Por ello, decidió crear un sistema de capacitación retribuido y a la vez rehabilitador para facilitar a los expresidiarios el acceso a un trabajo.

Así nació la Fundación Prison Art, que ofrece a las personas recluidas los elementos para trabajar en la confección artesanal de productos de calidad enfocados al mundo de la moda. Desde su creación, la fundación ha ayudado a 300 presos, afirma Cueto.

Tatuajes

Los motivos principales de cada creación se basan en los tatuajes que, sobre su propia piel, dibujan los reclusos. Según la filosofía de la asociación, los reos pueden dibujar lo que quieran, evitando personajes reales, familiares o motivos que exalten la violencia. Los más habituales son catrinas y calaveras, motivos que forman parte de la iconografía mexicana.