Una lluvia de pelotas, mazas, aros y diábolos cayó ayer tarde sobre Cala Llonga. No fue la única ciudad de Balears donde se dio este curioso 'fenómeno meteorológico'. A la misma hora en Sineu, en Mallorca, y en Ciutadella, en Menorca, se precipitaron desde el cielo centenares de malabares procedentes de un lanzamiento colectivo y simultáneo en el que participaron cientos de personas para celebrar los 250 años del circo.

A la fiesta de cumpleaños, organizada en la carpa de Cala Llonga por la asociación Circolar, acudieron decenas de profesionales, aprendices y seguidores de un arte que está luchando en los últimos años por adquirir más protagonismo. Como muestra, la celebración de ayer, en la que además de conmemorar el Día Internacional del Circo, se presentó públicamente la Associació de professionals de circ de les Illes Balears (Apcib). Uno de sus miembros fundadores, Jonatan González, se encargó ayer de leer el manifiesto de esta nueva agrupación que cuenta, de momento, con cuarenta socios de Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera. «El mundo del circo está trabajando en los últimos años para ganar más visibilidad con el objetivo de colocarse a la altura de otras artes escénicas como la danza y la música», explicó González, que es también uno de los componentes de Circolar.

Entre los integrantes de Apcib hay pedagogos, gestores, formadores, técnicos y artistas del circo que, entre otras cosas, solicitan en su manifiesto fundacional centros de formación para contribuir a la profesionalización del sector. Están convencidos de que el circo «es una potente herramienta de intervención y transformación social y comunitaria» y por ello reclaman una mayor atención por parte de las instituciones para crear espacios de investigación y experimentación.

Beneficios para la salud

Jonatan González habló ayer de los beneficios que reporta la práctica de actividades circenses. Según explicó, hay un estudio europeo que se realizó con grupos de personas mayores y con niños que demostró que hacer cuatro clases de malabares en un mes «incrementaba un 5% la materia gris del cerebro», mejorando aspectos como la psicomotricidad, la aprehensión y la coordinación óculo manual.

Para este miembro de Circolar, «el circo no es sólo una herramienta que permite ejercitar cuerpo y mente, también es un deporte no competitivo que ayuda a los niños a trabajar en grupo y aumentar su confianza». Y para corroborar sus palabras sólo había que echar un vistazo a todos los pequeños que ayer se colgaban sin miedo de las telas, y hacían equilibrismos y acrobacias junto a la carpa de Circolar. Desde las 13 horas, decenas de ellos se acercaron hasta allí para participar en el taller circense que se había organizado con motivo del Día Internacional del Circo. Entre ellos, Romeo, de 8 años y Yaku, de 7, que ayer quisieron recordar las clases de circo que recibieron hace tres años. Además, pudieron disfrutar por la tarde del espectáculo de marionetas 'El viatje' que ofreció la compañía menorquina Laboratoridesomnis.

La gala

Los niños también fueron protagonistas en el show especial que Circolar preparó para clausurar la celebración. Cuatro de los diez números circenses que el público presenció los llevaron a cabo alumnos de la escuela de Circolar.

Milou, de siete años, abrió la gala haciendo trucos de magia. Kunak, de ocho años, demostró sus habilidades con las acrobacias y Marina y Alma, de once y diez años, realizaron ejercicios aéreos con las cintas.

Un formenterés, Monti, fue el encargado de presentar la gala acompañado por la música de Radio Buena Onda y Son of the Earth. Siguiendo muy atenta el espectáculo estaba Sofía, una pequeña italiana de siete años residente en Turín, enamorada del circo desde los cuatros años.