La imagen de la Dolorosa sobrecoge por su belleza. Llama la atención especialmente su rostro, lleno de lágrimas. «Parece que la Virgen cada año llore más», comenta admirado uno de los cofrades de Nuestra Señora de los Dolores mientras termina de dar los últimos retoques al trono sobre el que han colocado la imagen, que saldrá en procesión una hora después desde la catedral. Gerardo Sanprimitivo lleva más de treinta años en la hermandad y casi diez llevando el estandarte grande que abre la comitiva religiosa del Viernes de Dolores. «Soy devoto de la Dolorosa desde siempre, la veo y me emociono», asegura este zamorano afincado en Ibiza desde los años 70.

Le acompañan en los preparativos de la procesión algunas de las seis mujeres que el pasado sábado vistieron a la Virgen de los Dolores para Semana Santa. Es una tarea asignada exclusivamente a las féminas, los hombres no pueden entrar mientras la llevan a cabo. Las cofrades cambian la vestimenta habitual de la imagen, que se encuentra en la catedral, por una más vistosa. El color sigue siendo el negro. Además del vestido, y el manto de terciopelo bordado con hilo de oro, la imagen lleva cuatro enaguas. «Hay que desvestirla, desmontarla y volverla a vestir, hay que hacerlo con paciencia y mucho cuidado», explica Neus Tur, que lleva más de veinte años en la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores. El proceso puede tardar casi dos horas.

Conchita, otra de las cofrades, recuerda que la joya que tiene más valor material y sentimental es una cruz que luce la virgen, que donó «hace mucho tiempo una señora ibicenca a la cofradía tras recuperarse su hija de una enfermedad». Recuerda también «un año en el que llovió durante la procesión y el manto se mojó». «Estábamos preocupados porque este manto tiene un valor incalculable, lo bordaron monjas de Ibiza y de Mallorca», afirma Conchita.

Hoy no temen a la lluvia, pero sí al viento y piensan en la posibilidad de atar el manto.

La misa, oficiada por el párroco de la cofradía, Josep Lluís Mollà, comienza puntual, a las 20.30 horas. Al terminar, el presidente de la cofradía, Óscar Tur, interviene y le dedica unas emotivas palabras a uno de los cofrades más veteranos, Guillermo Rodríguez, que con 71 años ya no se vestirá más con la túnica blanca y la capa azul celeste. «Voy a seguir como auxiliar», asegura este sevillano que lleva en la sangre lo de ser cofrade. «Cuando era pequeño en Morón de la Frontera, mi ciudad, llevaba las mariposas para encender las velas de los penitentes», rememora nostálgico.

Medio centenar de personas, entre ellos algún turista japonés despistado, aguardan a las puertas de la catedral a que salga la Dolorosa. La llevan a hombros doce costaleros. Entre ellos, dos jóvenes, Marta y María Antonia, que ya llevan varios años portando la imagen. Aseguran que en lo que menos piensan es en el cansancio que supone llevar durante horas el paso. «Lo que importa es disfrutar del momento», afirman las dos cofrades, que entraron en la hermandad por «tradición familiar».

Es Xacoters de sa Torre acompañan con el tambor, las castanyoles, la flaüta y el espasí tanto la celebración de la misa como la procesión, a la que se suman en la iglesia de Santo Domingo más de una treintena de cofrades del Santísimo Cristo del Cementerio. Portan su imagen titular sin peana, a hombros.

Entre el público, muchos devotos de la Dolorosa que no pierden la oportunidad de sacar fotos a la Virgen con móviles y tabletas.

Ambas cofradías recorren el trayecto hasta el patio de armas, donde se congrega más de un centenar de personas para asistir al momento más emotivo de la procesión. El Cor de Puig d'en Valls y el pianista Juanjo Díaz le dedican a las imágenes de Nuestra Señora de los Dolores y del Cristo del Cementerio, las canciones de 'Oh testa lacerada' de Johann Sebastian Bach, el 'Ave María', de Beppe Di Marzi y 'Jesu, Salvator Mundi' de Menegali. Al terminar, los cofrades regresan para dejar la imagen del Cristo del Cementerio en Santo Domingo y continuar con la Dolorosa hasta la catedral. El ritmo lo marca la banda de cornetas y tambores del Santísimo Cristo del Cementerio.