Si viviéramos en un libre mercado en su grado más extremo, sin la menor interferencia social y política, es muy probable que el Teatro Pereira ya hubiese sido derribado y sustituido por un edificio acristalado de estilo contemporáneo que albergaría un Zara o un centro comercial al estilo de las grandes ciudades, repleto de boutiques de marcas foráneas. Sería lo que mejor encajaría en un centro urbano que, en paralelo a su renovación y mejora, cae paulatinamente atrapado en las garras de la especulación y la globalización.

Ante el panorama desatado en el último lustro, cabe preguntarse si es mejor no renovar ningún otro barrio del centro hasta que esta fiebre del lujo se enfríe y a los residentes les compense mantener abiertos negocios tradicionales por algo más que la pura nostalgia o el romanticismo. Tal vez haya que olvidarse, por ejemplo, de revitalizar sa Penya, antes que un holding inmobiliario o un fondo buitre le eche el guante y lo transforme en un centro comercial peatonalizado o una colonia elitista cerrada a los simples mortales.

Cierres de comercios emblemáticos

Cierres de comercios emblemáticosEn los últimos meses, algunos de los comercios emblemáticos que quedan en el centro han anunciado su cierre. El que ha tenido mayor impacto ha sido la librería Vara de Rey, que no solo representa una triste pérdida desde el punto de vista cultural, sino también desde el económico. Para algunos editores pitiusos, Vara de Rey suponía, sin miedo a exagerar, prácticamente la mitad de sus ventas. Sin ese potencial y garantía, quién se atreve ahora a imprimir y comercializar un libro.

Coincidiendo con este anuncio, nos hemos enterado que el famoso café-concierto Teatro Pereira también echará el cierre a mediados de marzo. Por muy poco no llegará a cumplir los 30 años, algo que habría ocurrido este verano, puesto que se inauguró en agosto de 1988, cuando la platea del viejo coliseo ya había dado sus últimos coletazos. El músico holandés Eric-Jan Harmsen y su familia convirtieron un vetusto bar, situado en el hall de este maravilloso edificio colonial, en una sala de conciertos que a lo largo de estas tres décadas ha sido parte esencial del panorama musical de la isla. En el páramo cultural que eran los inviernos de los años 90 y posteriores, siempre quedaba ir al Pereira a escuchar músicos de verdad.

Inaugurado por Tete Montoliu

Inaugurado por Tete MontoliuEl gran pianista catalán de jazz Tete Montoliu, fallecido en 1997, inauguró su escenario poniendo el listón a una altura considerable. Sin embargo, no hubo que rebajarlo. Desde entonces, se han alternado figuras de talla internacional, como Friedrich Gulda o Deborah Carter, con músicos de alto nivel afincados en la isla -el gran Dave Jeffs entre ellos -, y orquestas de ensamblaje que se parían en el mismo escenario del Pereira, con músicos profesionales y creativos que llegaban de distintas partes del mundo y que a lo mejor nunca habían tocado juntos.

A la familia Harmsen se le acaba el contrato y la empresa propietaria, que no tiene el menor interés en darle continuidad al proyecto musical, prolongará en el café la reforma que ya realiza en el escenario y la platea. Su destino constituye una incógnita, más allá de que será "un edificio polivalente". Su catalogación como Bien de Interés Cultural garantiza que podremos seguir disfrutando de su fachada original de color almagre, originaria de 1898, con frontón clásico, medallón circular y puertas balconeras en la terraza superior. Sin embargo, ¿se convertirá en otro inmueble sin alma? Visto lo visto, parece que sí.