El hijo de Lluís Ferrer FerrerLluís Ferrer Ferrer un día le explicó una historia de una compañera de clase cuyo abuelo participó en el rescate de cuatro soldados alemanes, que se encontraban a merced del temporal en una balsa salvavidas. Se trataba un piloto y tres compañeros en misión de reconocimiento, cuyo avión fue divisado y ametrallado por un caza británico en enero de 1944, junto a Dalt Vila. Algunas ráfagas impactaron en el antiguo instituto de Santa María, en el convento de los Dominicos, para derribar el Junkers Ju 88 alemán que acabó planeando hasta más allá del faro de la punta des Moscarter.

«¡Qué me estás contando!», le exclamó Ferrer a su hijo. Así que indagó en los archivos de la Luftwaffe, de la RAF y en los testimonios de un pescador superviviente y los familiares de los otros dos participantes en el rescate.

Los intrépidos vecinos de Portinatx zarparon a bordo del 'Sant Jaume', un llaüt dedicado a la langosta por esas fechas. Tras aparatosas y arriesgadas maniobras, el patrón, Vicent Guimó, acogió a los alemanes en su casa, hasta que al día siguiente fueron recogidos por la Guardia Civil y puestos a disposición del consulado alemán de Palma, que recompensó con 3.500 pesetas la heroicidad de los ibicencos. Años después, Guimó contó su aventura a unos turistas alemanes, quienes, de regreso, hicieron algunas pesquisas. En 1962, Guimó recibía una carta del hermano del piloto. Así supo que había muerto en combate el 1 de mayo de 1944 y yacía en Perpiñán.

Flechazo

Flechazo

«Cuando leí la novela noté que era ideal para un cómic», recuerda Juan Escandell, «porque es un estilo muy visual, con muchos temas y ambientado en diferentes épocas en Inglaterra, Alemania, Catalunya o Ibiza». «Todos esto es una combinación muy atractiva para un dibujante, porque vas leyendo el libro y ya visualizas lo que cuenta», destaca Escandell, que trabajó durante décadas en la mítica editorial Bruguera y que ha ilustrado aventuras de El Capitán Trueno, Sargento Furia o He-Man y los Masters del Universo, entre otros clásicos.

Escandell encontró gran motivación gracias a los diferentes flashbacks con los que Ferrer forjó una ficción coral a partir de la escaramuza real de Dalt Vila y los personajes que en ella participaron. Aunque también picó el cebo que Lluís Ferrer Ferrer había dejado en forma de dedicatoria en un ejemplar, aunque se trataba del que se llevó el hijo de Escandell, Víctor, también ilustrador: «A ver cuándo escribimos un cómic con esto». «Juan leyó la nota y le faltó tiempo para descolgar el teléfono y decirme '¡uep, que esto lo hago yo!'», rememoran entre risas.

La complicidad es tanta que sólo se notan los 34 años de brecha generacional cuando Ferrer revela que Escandell no tiene internet -«tuve que buscarle las imágenes de las localizaciones en Inglaterra o Alemania»-.

En cambio, sí que reviven la histórica dicotomía entre pagesos y vileros cuando Escandell (sa Penya) se entera por Ferrer (Cala Mastella) de la existencia de la palabra estaci, que es como denominan por la zona de Sant Carles a las casetas varadero. Como la que se conserva todavía en pie en el extremo de la cara norte de Cala d'en Serra. Desde esa misma estaci zarpó el 'Sant Jaume', el 10 de enero de 1944, después de que Vicent Bossa y Joan Rieró advirtieran a Vicent Guimó de que un avión envuelto en llamas acababa de amerizar. No se lo pensaron dos veces.