Susana Vega admite que jamás ha sido capaz de resolver un cubo de Rubik, al contrario que sus hijos, buenos aficionados. «Por eso me llamó la atención encontrarme un mail de la Asociación Española del Cubo de Rubik con una convocatoria al Campeonato de España», rememora esta profesora de Tecnología e Informática en el Instituto Quartó de Portmany.

A partir de ese correo, reenviado por la administración del centro al profesorado, Vega se puso manos a la obra para tratar de organizar un equipo y presentarse a la competición. «Recorrí por todas las aulas preguntando si había niños que supieran hacerlo y costó mucho encontrarlos». Finalmente, de un total de 15 aulas y unos 335 alumnos, pudo conocer a cinco estudiantes expertos en el manejo de este rompecabezas tridimensional, «el mínimo de integrantes que se piden para formar a un equipo».

A pesar de que sea un pasatiempo individual, en el Campeonato de España Interescolar del Cubo de Rubik se compite en grupos. Para superar la fase de clasificación, el equipo del Quartó de Portmany tuvo que enviar un vídeo mostrando sus cualidades a través de dos pruebas en las que participan los cinco a la vez: por un lado, resolver el máximo número de cubos posibles en cinco minutos (31 en total) y, por el otro, cronometrar cuánto tiempo necesitaban invertir para finalizar 20 (3'26 minutos). Unos datos que no sólo han permitido a los ibicencos ser uno de los 20 centros educativos seleccionados para la final del 2 de diciembre en Madrid, sino que han obtenido una meritoria quinta posición durante la fase previa.

A por el podio

«Me parece muy difícil superar la puntuación de los primeros [40 cubos en cinco minutos y 20 en 2'26], explica Vega, «pero sí que podemos optar a quedar terceros». «Los chicos aseguran que van a ganar, pero yo les digo que ya está muy bien ir a la final».

Mientras la profesora recuerda cómo surgió esta iniciativa, cinco alumnos se afanan en ir montando cubos de Rubik a una velocidad endiablada en un par de mesas de la biblioteca, donde se reparten hasta veinte rompecabezas. Los más jóvenes son Ian Yuste y Álvaro Ribas, de doce años y compañeros de clase en primero de ESO; Nathan Salisi y Christian Salido, ambos de 14 años, también comparten curso en tercero de ESO, mientras que Daniela Frasquet, también de tercero, es la única chica y única representante de su clase. «Los primeros días me sudaban las manos, porque no los conocía y me ponía nerviosa, pero ahora ya somos amigos», relata Daniela, quien se aficionó al Cubo de Rubik tras recomponer el que le regaló su tía hace dos años por su aniversario y que había arrojado contra el suelo al verse incapaz de resolverlo.

Los cinco estudiantes empezaron a prepararse a principios de octubre cada mañana durante el primer recreo y, tras clasificarse, han decidido encontrarse también durante una o dos tardes a la semana. «Están muy motivados, todos, llegan antes que yo a todos los entrenos», se admira la profesora. Por su parte, además del campeonato, los alumnos se han marcado un objetivo claro: «Que Susana aprenda a montar un cubo», exclama Álvaro.

Antes de acabar la sesión preparatoria, Susana Vega confirma todas las sospechas iniciales: «Sí, son todos de ciencias y estudiantes muy aplicados».