Las aguas de lluvia que, mediante acequias y una alberca, se recogían de los torrentes fueron, durante muchos años, el combustible que ponía en funcionamiento las máquinas del ferrocarril que transportaba la sal desde los estanques de las salinas hasta el carregador de sa Canal. Desde la alberca, de forma triangular, y las dos acequias que aún pueden verse en el conjunto patrimonial del Pou des Carbó, el agua se trasladaba a unos grandes depósitos cubiertos que proveían de agua las calderas de vapor de la red ferroviaria interior con la que, a partir del año 1885, se modernizó la producción de sal en los estanques pitiusos.

La primera referencia documental de este pozo es del año 1765, y se trata de una mención en un mapa realizado por el capitán de ingenieros José García Martínez, según puede leerse en el libro 'Inventari del patrimoni hidràulic de les Pitiüses', del arquitecto Juanjo Serra y editado por el Consell, donde se señala que el foso «es exageradamente hondo». Es probable que por aquella época el pozo ya estuviera excavado pero que no existieran la capilla ni el resto del trabajo de mampostería del tramo superior del hoyo, que pudieron construirse ya a finales del XIX, cuando se estaban realizando mejoras en la salinera y cuando también es posible que el conjunto hidráulico se complementara con la alberca y las acequias para el agua de lluvia. Lo más característico de este pozo, lo que lo hace único, o al menos muy poco habitual, es, precisamente, la forma prismática del brocal cubierto que cubre la perforación, como una capilla con cubierta a dos aguas y la apertura frontal en arco de medio punto. Además, este brocal cubierto o capilla refuerza la teoría de que la construcción sobre el foso se levantó ya en el siglo XIX, porque es propio de una fase evolucionada de los pozos pitiusos que no se encuentra en obras más primitivas, donde los pozos estaban más descubiertos.

La estructura es de mampostería, realizada con piedra viva, pedra de marès (piedra arenisca), e incluso rematada con hormigón en algunas zonas. Y el revestimiento era originalmente de mortero pintado de almagre tanto en el interior como en el exterior. Al igual que lo era el interior de la alberca y al menos la acequia principal. Este almagre (almànguena, mangra o almangra en diferentes variantes dialectales) es la misma mezcla de tierras y óxido rojo de hierro con la que los artistas de Altamira dieron la tonalidad roja a sus figuras.

Cuando, en el año 2015 y por petición del Grup Folclòric de Sant Jordi, el ayuntamiento encargó la restauración del pozo a la empresa Antiquarium, Arqueologia & Patrimoni, la construcción se hallaba en un estado lamentable, en buena medida por la corrosión de las partículas de sal arrastradas por lluvia y viento. La vegetación lo ocultaba casi por completo, tenía parches de cemento de reparaciones anteriores y ya no era de ese color granate que le confería la pintura de almagre, aunque conservaba pequeños restos que hacían patente que tal fue su color en la época en la que la obra hidráulica cumplía su cometido. La restauración se hizo recuperando ese color, que también tiene, por ejemplo, el interior de la Font de Balàfia.

Y conservaba el sistema interior de travesaño y polea para subir los cubos de agua, aunque hubo que limpiarlo y eliminar el óxido de las piezas metálicas. La puerta había desaparecido, así que la restauración se remató con una pequeña puerta de madera de pino del mismo tipo que las que había en antiguos pozos y que incluso tiene verticales hendiduras para permitir la ventilación del pozo. Completa el conjunto de pozo, alberca y acequias una pequeña pica ovalada en el lateral izquierdo del pozo. Al mismo tiempo que el Pou des Carbó se restauraba, se incluía en la agenda de ballades pageses que actualmente se celebran en distintos pozos y fuentes de la isla, en el mes de mayo.