Los vecinos de Sant Rafel celebraron ayer la noche más terrorífica del año con una fiesta por la tarde en el centro de la localidad en la que no faltaron los sustos, la comida, la música y las risas y en la que Halloween y las tradiciones más ibicencas se dieron la mano. Niños y adultos acudieron disfrazados a la carpa del pueblo, donde la asociación de padres y madres del colegio había preparado talleres de manualidades para los más pequeños y un espeluznante pasillo del terror, además de varias actuaciones.