La primera vez en mi vida que asistí a un montaje operístico fue en septiembre de 2011. Era 'Don Giovanni', de Mozart, en la versión del director alemán afincado en la isla Armin Heinemann dentro del Festival de Ópera de Ibiza.

Confieso que, como tantas otras personas que arrastramos ciertos estereotipos infundados sobre el bel canto, pensaba que me iba a aburrir mortalmente. El cine, sobre todo, nos ha enseñado la ópera como un lugar donde mujeres con sobrepeso y casquete vikingo cantan en auditorios llenos de aristócratas enjoyadas, que observan el espectáculo a través de unos impertinentes dorados.

Y, por supuesto, 'Don Giovanni' me quitó la venda de los ojos de tal modo que la experiencia marcó para mí un antes y un después. Escuchar a Carlos Daza e Isabel Rodríguez, rodeados de aquella escenografía loca, con esa ropa llena de colores y fantasía, me descubrió un mundo nuevo: el de la magia del arte de la ópera.

Desde entonces he asistido, siempre gracias a Heinemann y a mi trabajo como periodista en Diario de Ibiza, a las representaciones de 'Tosca' de Puccini, 'La Cenerentola' de Rossini, 'Carmen' de Bizet, 'El Murciélago' de Johann Strauss, 'Madama Butterfly' de Puccini, y, este año, a un excepcional 'Falstaff' de Verdi. Y sé que somos muchos los nativos o residentes pitiusos que hemos tenido la misma experiencia reveladora y que, ahora, cuando viajamos a otros países y a otras ciudades consultamos las guías de actividades culturales para comprobar si hay algún montaje operístico que podamos ver.

El proceso

Las óperas de Heinemann comienzan a gestarse con un año de antelación, es decir: en el momento en el que termina un montaje ya está pensando en el siguiente. Todo se urde en el atelier donde Heinemann piensa y diseña todo: desde los trajes a la escenografía, pasando por el elenco de cantantes y músicos de la orquesta.

El alemán, que además es el creador de la emblemática marca Paula's Ibiza, ha sabido rodearse de un equipo excepcional que contribuye a la excelencia del trabajo con unos medios ridículos si se comparan con los presupuestos que manejan los grandes teatros.

En el equipo brillan su colaborador Stuart Rudnick, con el que idea el vestuario, y Daniel Gil de Tejada, el excepcional director musical que se ocupa del coro y de la orquesta en todos los montajes de Heinemann desde 'Tosca', en 2012.

Además, la irrupción del artista Jull como colaborador de Armin en la escenografía, ha supuesto un salto cualitativo en los últimos montajes porque, gracias a su maestría con el dibujo y la pintura, consigue con pocos medios resultados muy efectivos estéticamente.

El 'Falstaff' de 2017

Conocer qué hay detrás de las bambalinas de una ópera es toda una experiencia. Este año, gracias a una pequeña colaboración como locutora en el montaje, he podido curiosear el backstage.

El Palacio de Congresos de Santa Eulària se convierte los días previos al estreno en un mundo mágico donde todo es posible: Te puedes encontrar al actor Matilda (Javier Ciria) caminando sobre sus manos por el vestíbulo mientras calienta para tener la musculatura a punto para su papel de mimo. Mientras te cambias de ropa, escuchas, amortiguada por las paredes, la voz de la soprano Isabel Rodríguez que afina para su aria 'Sul fil d'un soffio etesio'.

Las instrucciones precisas de Heinemann tienen como banda sonora las trompas de Marc Anguera y Andrés Jaime Manzana, que afinan sus instrumentos. Son dos de los componentes de la Orquesta Amigos de la Ópera de Ibiza, formada por músicos de Ibiza y de Barcelona

Entre bambalinas, mientras buscas a la peluquera que te ha de colocar el tocado, te encuentras al mismísimo Sir John Falstaff, el barítono Christopher Robertson, muy serio y concentrado para cantar 'È sogno? o realtà', 'Va, vecchio John' o 'Ehi! Taverniere'.

El tenor Albert Casals, que interpreta a Fenton, te pide amablemente que cuando hables sobre el personaje sobre la escena no digas 'Fentón', sino 'Fénton', que es lo correcto, y Pistola, Marc Pujol, tiene un momento para alabar el bonito vestido que Stuart y Armin han creado para la locutora.

Compartir esos pequeños momentos con profesionales de la calidad de la soprano Maite Alberola (que interpreta a Alice Ford); la mezzosoprano Laura Vila (Meg Page) o la contralto Mariel Aguilar, (Mrs. Quickly) es una delicia.

También lo es comprobar cómo Joan Sebastià Colomer, que interpreta a Ford, ha salido a escena a cantar a pesar de que ha tenido la mala suerte de padecer un problema vocal justo estos días y que no va poder lucir su verdadero potencial vocal. Todos son unos grandes profesionales.

La calidad y gracia interpretativa también son los puntos fuertes de Bardolfo, Vicenç Esteve. Y da igual cuántas veces hayas visto al actor Miquel Gorriz en los ensayos, siempre te arranca una sonrisa.

Imposible citar aquí a todo el equipo técnico, pero, como subrayó Heinemann, sin su profesionalidad y entrega sería completamente imposible montar la ópera.