Beatriz Esteban presenta esta tarde en Sa Cultural de Vila su novela 'Seré frágil' de editorial Planeta. Un libro que protagoniza una chica, Sara Soler, que casi sin darse cuenta se mete en una vorágine de pérdida de peso que se convierte en el eje de su vida. La experiencia personal de la autora, que padeció anorexia a los 15 años, enriquece el libro. La enfermedad contada desde dentro.

Es habitual preguntarle a los autores de novela cuánto de autobiográfico hay en ellas. En su caso es una pregunta con una respuesta que podemos intuir, pero ¿Sara Soler es Beatriz Esteban o ha creado un personaje para contar una historia más global?

Creo que Sara es, en realidad, un reflejo de lo que una vez fui. Y, al mismo tiempo, un reflejo de lo que han sido muchas adolescentes más: una chica insegura, que se siente fuera de lugar. Sin más. La diferencia entre ella y el resto de las adolescentes es que cruzó la barrera entre la salud y la enfermedad y dejó que fueran esos miedos y esas inseguridades las que controlaran su vida. Lo mismo me pasó a mí. Lo mismo le ha pasado a todas las personas enfermas de un trastorno alimentario. Si además de eso tiene algo más en común conmigo, ya no lo sé. Nunca quise contar mi historia en concreto, sino la historia de Sara, que aunque tenga mucho de mí nunca seré yo.

¿Qué le impulsó a escribir el libro?

Llevo ya muchos años escribiendo todo aquello que aprendo; es decir, mis novelas suelen surgir a raíz de algo que me ha abierto los ojos, algo que he aprendido, algo que he descubierto, algo que necesito contar al mundo. Y alrededor de ese mensaje, de lo que quiero transmitir, construyo una historia de ficción.

En el caso de 'Seré frágil', el mensaje está muy claro. La novela nació de la impotencia que sentí al ver que nunca supe realmente lo que era un trastorno alimenticio hasta que lo viví. Que todo lo que había aprendido en el colegio, lo que había escuchado en los medios? Todo estaba sesgado, mostraba una pequeñísima parte de la enfermedad, y fue por ello que me costó tanto considerarme 'lo suficientemente enferma' como para pedir ayuda, como para pensar que realmente lo estaba.

Lo ha hecho para ayudar a otras chicas...

No podía soportar la idea de que hubiera más gente que se hubiera sentido así, y la única manera que tenía de cambiar esa visión era escribir la mía. Esta historia nació con la única intención de volcar y encerrar en el papel todo lo que quería dejar atrás y, al mismo tiempo, todo lo que quería hacer entender a los demás.

En la novela, la irrupción del personaje de Sofía (más concretamente de su diario) en la vida de Sara la conduce hacia la anorexia. ¿Actúa Sofía como metáfora de las ideas enfermas que se transmiten a las mujeres, de los mensajes machacones sobre 'imperfección' y modelos de delgadez extrema que vemos en los medios?

En realidad, mi primera intención al crear el diario de Sofía fue reflejar lo dañinas que pueden ser las cuentas de desahogo anónimas en las redes sociales que, más que ayudar a desahogarse, ayudan a que las personas se ahoguen más en su propia enfermedad. Pero, lamentablemente, estos mensajes no se quedan sólo en las redes sociales, así que también se puede aplicar a todas las ideas que se nos imponen, especialmente a las mujeres, desde que somos muy pequeñas. Que si 'comer esto te hará engordar', que si 'mejor que te pidas una ensalada', que 'comer más es cosa de hombres', que 'cuides los michelines', que si 'operación bikini', que si 'dieta después de Navidad'? Es muy difícil esquivar tantos mensajes tóxicos y dañinos.

¿Por qué cree que una persona enferma de anorexia o bulimia entiende que será más feliz si pesa menos? ¿De dónde viene esa ecuación?

¡De que lo escuchamos desde que somos muy pequeñas! De que 'gorda' es el insulto por excelencia, el que más daño hará, antes que cualquier otro. De que a las mujeres se nos enseña antes a cuidar nuestro peso que a cuidar nuestra mente, nuestras aficiones, nuestras relaciones. Está todo también muy influido por la sociedad en la que vivimos: la industria de las dietas, la preocupación por la delgadez, por la comida, por la talla. La delgadez se asocia, de algún modo, con la belleza, la juventud, el prestigio, la aceptación social. Por eso no es de extrañar que muchos crean que la delgadez es la fórmula mágica para acabar con todos los problemas. Se convierte en la clave del éxito, en la manera de ser aceptado. Buscas en los demás, muchas veces inconscientemente, una aceptación que tienes que encontrar en ti mismo.

¿Qué opina de que se siga valorando a la mujer por su físico más que por sus capacidades en ámbitos como los medios de comunicación o incluso a la hora de obtener un trabajo?

Creía que conforme pasaran los años la situación iría mejorando, que habría más sentido común, pero me duele ver que aún queda mucho por hacer. Por lo menos me quedo con la parte positiva: en los últimos tiempos he visto una unión muy fuerte entre las mujeres para luchar por y para nosotras, para demostrar nuestro valor más allá del cuerpo. Nos enseñan a competir entre nosotras desde pequeñas, y ahora estamos luchando juntas para acabar con esta concepción. Aún es necesario mucha concienciación y empezar a abrir los ojos, sobre todo a las generaciones futuras.

Las redes sociales, donde prevalece la imagen sobre el discurso (tipo Instagram) ¿favorecen que las chicas interioricen que serán valoradas por su aspecto más que por su discurso?

Mucho. Más teniendo en cuenta que es muy fácil encontrar el ángulo perfecto, la luz perfecta, el filtro perfecto, la pose perfecta, y enseñar sólo las fotos que refuerzan la idea de que alguien es perfecto. Hay mucha manipulación y muchas personas no son conscientes de que les están enseñando lo que quieren vender: una imagen casi imposible de conseguir, para que se desvivan intentándolo. Pero también es cierto que están surgiendo movimientos en las redes sociales que están luchando contra estos mensajes: las cuentas body-positive, por ejemplo.

Las estadísticas sobre anorexia son bastante alarmantes, pero personalmente tengo la impresión de que se quedan cortas para reflejar una realidad social tremenda: que una gran parte de las mujeres que conocemos han pasado por algún tipo de trastorno de alimentación: dietas extremas durante largos períodos de tiempo, bulimia... ¿Cree que es así o que es una exageración?

No es ninguna exageración. Es más, lo veo muchas veces en mi entorno: quizás una persona no llegue a tener un diagnóstico completo pero eso no significa que no tenga conductas enfermizas y/o obsesivas, que esté dañando su salud, tanto física y mental. Las dietas extremas, considerar algunos alimentos como 'prohibidos', restringir, leer obsesivamente las etiquetas, atracones emocionales? Mucha gente lo ve como algo normal. Y no se dan cuenta de que hay una vida más allá de contar calorías y subirse a la báscula, y que con esas pequeñas obsesiones no hacen más que perdérsela. Estamos acostumbrados a odiar nuestro cuerpo y no nos damos cuenta de la revolución que supone amarlo.

¿Qué consejo le daría unos padres que sospechen que su hija o hijo sufre un trastorno como anorexia o bulimia?

Primero, que hablen con él. Quizás no cuente lo que le pasa, pero los padres serán capaces de ver si se muestra reacio hablar o irascible. Luego es muy importante que pidan ayuda profesional y sobre todo que se informen. No me cansaré de repetir lo importante que es que entiendan la enfermedad más allá de lo que han oído en los medios. Su hijo necesita sentirse comprendido. Y es normal estar asustados, todos. Es normal pasar miedo. Pero pasará, y todo estará mejor, sólo necesitan tiempo.

¿Sería partidaria de una ley que obligase a cerrar las páginas de temática 'Ana' (que promueven la anorexia) y 'Mía' (bulimia) que hay en la red?

Sin duda, creo que es muy necesaria. Los jóvenes son muy vulnerables y esas páginas no traen nada bueno. Convierten enfermedades mortales en un juego, incitan a hacerse daño a uno mismo, dan información errónea acerca de alimentos y pesos. Me duele que todavía no se hayan tomado medidas al respecto.

¿Y qué medidas cree que podrían ser efectivas para frenar esta lacra?

Que se rompa la norma no escrita que dicta que callarse los problemas nos hace más fuertes. Los medios tienen que dar una imagen realista de los trastornos de la conducta alimentaria: son enfermedades, complejas, con todo lo que ello supone. Creo que la sociedad tiene que hacer más esfuerzos para romper los tabúes que hay alrededor de la salud mental: es increíble que un médico esté a tu disposición cuando te haces esguince, pero que esperes meses para que un psicólogo te vea cuando tienes pensamientos suicidas. La gente todavía tiene la creencia de que ir al psicólogo es algo de locos. Hay que empezar a hablar más de la salud mental, desde jóvenes, hay que empezar a desmentir mitos y sembrar la idea de que pedir ayuda no te hace débil, te hace humano.