Entre piropos, algunos de ellos bastante subidos de tono, se vivió el concierto de Jaime Urrutia y su banda Los Corsarios, que cerró los actos del día del patrón en Sant Jordi. Dirigidos a Urrutia, pero sobre todo a su guitarrista, Juan Carlos Sotos, que levantó pasiones entre un par de seguidoras. Del «guapo» y «tío bueno» más clásicos, se pasó a una escalada que llegó hasta un más que explícito «ponme mirando a Soria», que sonó en un momento de silencio y provocó el jolgorio del público. El guitarra puso cara de resignación y Urrutia lanzó una de esas sonrisas canallas suyas, bajo la visera ladeada de su gorra de chulapo.

Precisamente después comenzaron los acordes de 'La sangre de tu tristeza', que en su día fue el primer single de 'Camino Soria'. Fue el elepé que más peso tuvo en un concierto de recorrido por la trayectoria musical de Urrutia, desde aquel 'Cuatro rosas' de Gabinete del 85, hasta los más conocidos de su carrera en solitario, como '¡Qué barbaridad!'. Y es que 'Camino Soria' ha ido ganando cuerpo con el paso de los años hasta convertirse en uno de los más importantes de la historia del rock español.

Otra de sus joyas, 'Zapatos más dulces que un zapato de raso', abrió los bises, que se cerraron con 'La culpa fue del cha cha cha' y cada mochuelo a su olivo.

Urrutia estuvo acompañado por años de experiencia sobre las tablas, como el teclista Esteban Hirschfeld (Los Mockers, Los Rápidos, Gabinete Caligari) y el gran Ambite al bajo (Los Pistones), aquel motero al que Julieta Serrano obligaba a llevarla al aeropuerto a punta de pistola en 'Mujeres al borde de un ataque de nervios'.

El concierto comenzó con bastante retraso tras el previo del ibicenco Chris Martos, los goles que se repartieron Real Madrid y Barça en la pantalla gigante de la plaza y los petardazos a troche y moche del correfoc de Els Mals Esperits.