Antes de la Guerra de Sucesión Española y de la batalla que tuvo lugar en 1714 en un lugar de la montaña catalana llamado Talamanca, hubo, en la costa ibicenca y con dos siglos de diferencia, otra batalla de Talamanca. Fue una escaramuza con centenares de muertos, aunque la cifra no está muy clara, y a pesar de tal mortandad, el bélico episodio y el movimiento revolucionario de las Germanías, que trasladó el conflicto desde Mallorca a Ibiza, resultan ser una parte poco conocida y escasamente estudiada de la historia pitiusa. En el monográfico que Enric Fajarnés Tur dedicó, en 1888, a la revolución de las Germanías, recogido en el libro 'Les Pitiüses {Opuscles}', el investigador asegura que la batalla ibicenca fue «verdadera Bailén» de los comuneros mallorquines, que sufrieron una dura derrota en su expedición pitiusa contra el gobernador y sus caballeros afines, refugiados en Ibiza tras el triunfo de la revolución de menestrales y payeses conocida como las Germanías, que depuso a los gobernantes y los envío al exilio.

«Así como Bailén comenzó a eclipsar la estrella del héroe de las Pirámides [Napoleón], en Ibiza comenzó a hundirse el poder de la germanía mallorquina. Los ibicencos, con su valor acreditado en cien combates, alcanzaron a conducir a los agermanats, hasta entonces vencedores, al borde de un abismo». Y la historia comienza en el año 1521, cuando el levantamiento dels agermanats obliga a huir de Mallorca a buena parte de las autoridades y a muchos caballeros y mercaderes de la isla. Todos ellos obtuvieron refugio y apoyo en Ibiza, lo cual no fue óbice para que los revolucionarios mallorquines enviaran a esta isla, asediada por los piratas turcos, un cargamento de trigo con el que paliar la crítica situación que en esos momentos se vivía y que, de noche, sorteando el bloqueo, consiguieron llevar a puerto. Pero Mallorca también empezó a padecer las consecuencias de la falta de grano en los campos y, en abril de 1522, una armada salió de Palma dispuesta a embargar cualquier bajel que, con provisiones, pasara por las islas. Uno de los barcos de esta armada corsaria, debido a un temporal, recaló en Ibiza, lo que los exiliados mallorquines, con el gobernador y virrey Miguel de Gurrea a la cabeza, aprovecharon para ganar para su causa a sus 22 tripulantes.

Enojados por tal traición, en el mes de junio los comuneros enviaron una flota dispuesta a recuperar el bergantín que había quedado en Ibiza y enfrentarse al gobernador depuesto y sus acólitos. Desde junio y hasta el 15 de septiembre, la mayor de las Pitiusas fue asediada por los revolucionarios, hasta que consiguieron desembarcar en sa Punta des Andreus, que delimita Talamanca por el noreste. Y allí, en Talamanca, tuvo lugar la gran batalla de las Germanías mallorquinas. Ni siquiera se conoce el número de muertos que hubo en la contienda y en las refriegas anteriores al desembarco; Fajarnés Tur cita como referencia un texto del cronista mallorquín Vicente Mut en el que señala que murieron 250 comuneros, aunque posteriormente sugiere que tal cifra podría ser exagerada. Hay que añadir que también se hicieron prisioneros, y que los que no fueron enviados a galeras acabaron colgando de la horca en s'illa Plana.

Ya en octubre, galeras españolas entraron en el puerto ibicenco para llevarse a los mallorquines exiliados y dirigirse hacia Mallorca a recuperar la isla. Y cuenta Fajarnés Tur, zanjando el episodio ibicenco, que «para conmemorar la brillante victoria conseguida en la batalla de Talamanca, designaron al microscópico cabo, donde se efectuó el desembarco, con el nombre de punta des Mallorquins; pero siempre ha prevalecido la denominación primitiva de punta des Andreus».