David Bowman, seudónimo bajo el que se esconde la verdadera identidad (no revelada) de su autor, cuenta en 'Juana la Maliciosa' (Ediciones del Serbal) la historia de iniciación de una joven marcada por una vida trágica. Conocemos sus peripecias través del relato del Gran Tagomago, un hombre solitario que, entre coñac y coñac, recuerda en la terraza del Can Cosmi de Santa Eulària a esta mujer, que lo marcó para siempre.

- Muchos lectores se preguntarán a lo largo de la lectura si están ante una historia real o no. ¿El Gran Tagomago, el personaje que cuenta la historia de Juana, existe o existió?

- Sí, puede usted asegurar que sí. Al igual que el protagonista es asaltado por el Gran Tagomago en una terraza para contarle su historia, algo debo tener yo que hace me aborde la gente en las terrazas. Tengo la impresión de que la gente está muy sola y tiene historias que contar. Normalmente me aburro como una ostra, pero a veces salen historias de lo que te cuenta la gente. Hay gente que es una gran narradora y otra que no.

- ¿Ese Gran Tagomago desapareció en la mar como relata?

- Es una novela... Le abro una línea de investigación. No, no vaya a la hemeroteca. La noticia que cito sobre su desaparición en la mar no es cierta, es ficción. Me alegra que usted haya llegado a pensar que todo esto sucedió. Esa era la intención. Del mismo modo, cuando llegó el momento de publicar la novela concluí con el editor que para qué íbamos a poner mi nombre real si no le interesa a nadie. Así que registramos el nombre de David Bowman como autor, pero es un pseudónimo. Ahora estoy desarrollando otra historia con este alter ego narrador mío.

- ¿Pero esta es realmente su primera novela?

- Sí.

- He leído que como filólogo ha hecho investigaciones muy interesantes...

- ... pero todo eso es el personaje que hemos creado para David Bowman. Esa biografía que ha encontrado online es inventada.

- ¿No es usted?

- No, no existe. La persona con la que está usted hablando ahora se esconde detrás de este personaje, de David Bowman. Toda la biografía, todo... Soy David Bowman, pero es un seudónimo. Estoy registrado como autor con ese nombre.

Los fans del libro iniciaron en redes sociales una cadena de fotos en las que ocultaban la mitad del rostro con la portada del libro. Curiosamente una de las imágenes, de Inés Valencia, obtuvo además el primer premio del V Concurs Fotogràfic de L’illa dels llibres que valora instantáneas de lectores con libros. Foto: Inés Valencia

- El Gran Tagomago avasalla a un desconocido, ese alter ego suyo, en una terraza y le cuenta su vida durante horas. Por un momento puede parecer poco creíble, pero después el lector se engancha del mismo modo que lo hace el protagonista...

- El Gran Tagomago es un gran solitario. En el fondo todos somos unos grandes solitarios. Vivimos en una sociedad de comunicación pero tengo la impresión de que vivimos muy desconectados unos de otros. Quizá un ser anónimo que te encuentras en una terraza es ideal para esto, para el desahogo. Además, conocemos las cosas porque nos las cuentan y nos las vamos contando. Lo que sabemos por experiencia propia es muy poco en realidad, si lo piensa.

- El libro tiene algo de novela de iniciación de Juana, pero la carga de erotismo se va acrecentando conforme avanza. ¿La ve usted como una novela erótica?

- Yo la vería como una ‘novela de novelas’, pero comercialmente está calificada como erótica y así aparece en los listados, como novela erótica, para mi desesperación.

- ¿Por qué para su desesperación?

- Porque yo no pretendía hacer una novela erótica. Lo que pasa es que el erotismo está ahí y necesitaba narrar todo esto. De hecho me han pedido una segunda parte pero no la puedo hacer porque sería más de lo mismo. Esta historia empieza sin ser erótica en absoluto. Pero conforme avanza la historia yo necesitaba, para entrar en las relaciones de los personajes, describir incluso con exceso o con detalle la mecánica de ciertos encuentros muy duros. En un par de ocasiones dejé de escribir porque me resultaba de una dureza...

- Sí, a veces resulta desagradable.

- Y a mí me resultaba desagradable escribirlo, pero tenía que seguir porque las cosas son así. Era imprescindible para la evolución del personaje, para entender sus reacciones y cómo le van sucediendo las cosas.

- Dice que no le ha gustado que la etiqueten de erótica, pero este género se está vendiendo muy bien ¿No le ha beneficiado en ese sentido?

- Qué va, al final es una novela que decepciona a los lectores de erotismo, porque hasta que entras en materia pasa mucha novela, y también a las personas que detestan el erotismo, porque se sienten escandalizadas... cuando llegan a la mitad de la novela se les cae el libro de las manos. Pero hay muchos lectores que me han escrito para decirme que no lo pudieron dejar. El editor de Barcelona recibió el original, empezó a leerlo en la oficina, se lo llevó a casa y se acostó a las cinco de la mañana sin poder parar.

- Supongo que no puede haber mayor halago.

- Y fue el primer editor al que le presentamos la novela. Quedó entusiasmado. Con el público pues... hay gente que se sorprende porque es una historia francamente dura. Es una historia que no indica al lector qué es lo que tiene que pensar sobre lo que está sucediendo, que es algo que sucede mucho en la novela actual. Aquí no hay juicios morales.

- A sabiendas que se trataba de un pseudónimo ha habido algún momento en el que he pensado que era una escritora.

- Ah, me halaga usted. A propósito de la novela me han dicho de todo: que es feminista, que es machista, de todo, sorprendentemente no ha habido coincidencias. Hay que pensar una cosa: en el fondo hombres y mujeres no somos tan distintos. De hecho lo que estoy escribiendo ahora trata de eso. El sexo condiciona el sexo, pero lo demás son cosas aprendidas o impuestas. Eso del ‘instinto femenino’, o que los hombres no lloran... Eso son tonterías. Hay mujeres que lloran más y mujeres que lloran menos. Una mujer no tiene que ser particularmente dulce o sensible, hay personas particularmente sensibles o particularmente animales. Personas en concreto, no determinadas por su sexo. Cuando tienes esto claro, ponerte en el lugar de una mujer concreta no es tan difícil.