­Vicente Luis Mora, doctor en Literatura Española Contemporánea y crítico literario, acaba de publicar ´La cuarta persona del plural. Antología de la poesía española contemporánea (1978-2015)´ con la editorial Vaso Roto. Este libro recoge una selección de obra de 22 poetas españoles nacidos con posterioridad a 1960 y, entre ellos, ha incluido al ibicenco Vicente Valero (Ibiza, 1963), autor de siete libros de poemas, además de ensayos y narrativa.

«Vicente Valero tiene una de las trayectorias más firmes y coherentes de la poesía actual. Su camino se dirige hacia dentro, profundizando en aras de una mayor intensidad, retomando los temas y los tonos sin caer en el mismo libro ni en la repetición. Sus poemas largos son indispensables en nuestro panorama poético, y también es muy certero cuando enlaza poemas cortos en series agrupadas. Su poesía es corporal (donde el cuerpo es, sobre todo, el de la naturaleza) y metafísica al mismo tiempo, en una síntesis singular y necesaria», valora Vicente Luis Mora a Diario de Ibiza.

Para realizar la selección de poemas del ibicenco (´Conocimiento´, ´Fábula de barcos´, ´Playa con ahogado´, ´Guía del emboscado´ o ´Ejercicios en blanco y negro´, entre otros), Vicente Luis Mora se ha regido, como con el resto de poetas antologados, por el propósito de hacer «una pequeña plaquette o pliego de poemas representativos del núcleo esencial de las preocupaciones» de cada uno.

En ciertos autores, con libros muy diversos entre sí, como Jorge Riechmann o Jesús Aguado, «era una tarea casi imposible», pero en poetas de estética más concentrada, «como Antonio Méndez Rubio, Vicente Valero, Ada Salas o Esperanza Ortega» ha logrado «hacer una selección que hostigue el centro de sus obsesiones temáticas y formales. Esto implica que en muchos casos faltarán los ´grandes hits´ de cada poeta, pero el resultado es una gavilla de textos que le darán al lector una idea reconocible de la estética de cada autor», añade.

Sobre si cree que la poesía de Valero ha sido suficientemente valorada y reconocida, Mora reflexiona: «En principio, la poesía de Valero ha sido premiada, reconocida, editada en lugares influyentes y muy antologada; sin embargo, creo que es un tipo de lírica que requiere de un lector formado y atento. Por la razón que sea, en España se lee bastante poesía -porque hay bastantes poetas-, pero creo que esta clase de poesía honda y profunda no es bien leída, no es reseñada con generalidad, no es llamada a participar en ciertos festivales donde suelen ser invitados los amigos y las personas que pueden hacer favores, y ese tipo de poesía se va quedando en un injusto margen. Esa poesía ´silenciosa´, cuyos autores suelen limitarse a publicar libros de poemas, sin participar demasiado del mundo literario, es la que he querido visibilizar con ´La cuarta persona del plural´, precisamente para llamar la atención sobre su calidad y animar a su deseable paso al primer plano de la atención lectora», apunta el antólogo.

El crítico literario no cree que la razón de que hoy tal vez tengan más visibilidad poetas más jóvenes se deba a su manejo de redes sociales u otros factores relacionados con la red. «Creo que en poesía son más poderosas aún las redes clientelares que las redes sociales; esto lo explico a fondo en mi ensayo ´Singularidades´. Las redes sociales hacen ruido, pero apenas son escuchadas en los lugares donde se deciden, con bastante opacidad, las cuestiones importantes de la poesía española. Esta semana publicaba Ignacio Echevarría un interesante artículo preguntándose sobre el secretismo de los Premios Nacionales de la Crítica. Y ese sería sólo un ejemplo de los posibles», añade.

Como todas las antologías, la de Mora no se salva de las tradicionales polémicas por incluir unos nombres u otros: «Uno entiende el morbo general que producen los nombres elegidos por el seleccionador de fútbol para jugar el Mundial, pero no comprendo un morbo similar dentro de un mundo intelectual, como el poético, que debería entender que una antología no es una lista [...] sino una recopilación de muchos poemas y una exploración de ideas sobre el entorno poético y sobre el propio hecho antologador, que se explica en la introducción. Me gustaría que se pensara en la antología como un poemario múltiple y plural, como un proyecto estético, y no como un ´hecho´ que incluye o excluye a unas u otras personas».