El estudio, una colaboración entre más de 40 instituciones a lo largo de 30 años, brinda la primera prueba sólida de que la sequía causa pérdidas masivas de carbono en los bosques tropicales, sobre todo por la mortalidad de los árboles.

En él participaron 68 científicos de 13 países, entre ellos Abel Monteagudo del Jardín Botánico de Misuri en Pasco (Perú); Ieda Amaral y Atila Cristina Alves de Oliveira, del Instituto Nacional de Pesquisas, de Manaus (Brasil); y Gerardo Aymard, de la Universidad Nacional Experimental de los Llanos en Venezuela.

Los científicos analizaron los efectos de la inusual sequía registrada en 2005 en el Amazonas, que según ellos "invirtió bruscamente décadas de absorción de carbono", en las que la selva contribuyó a ralentizar el cambio climático.

Según el Dr. Oliver Philips de la Universidad de Leeds (Reino Unido), autor principal del estudio, "durante años el Amazonas ha estado ayudando a ralentizar el cambio climático. Pero depender de este subsidio de la naturaleza es extremadamente peligroso".

Debido a la sequía de 2005 en la atmósfera hubo 5.000 millones de toneladas extra de dióxido de carbono, lo que supera las emisiones anuales de Europa y Japón juntas, señalan los científicos.

En años normales el Amazonas, el ecosistema con el mayor número de especies y el mayor control sobre el ciclo del carbono, absorbe alrededor de 2.000 millones de toneladas de dióxido de carbono.

Las junglas de crecimiento largo en la Amazonía almacenan 120.000 millones de toneladas de carbono en su biomasa.

Cada año, explicaron los investigadores, 18.000 millones de toneladas son absorbidos de la atmósfera en la fotosíntesis y liberados a la atmósfera por la respiración.

Los científicos registraron en esos bosques tropicales "tasas de mortalidad aceleradas" debido a la sequía y observaron que algunas especies fueron especialmente vulnerables, como algunas palmeras.

Esto demuestra que "la sequía también amenaza a la biodiversidad", señala el peruano Abel Monteagudo, uno de los coautores.

El estudio, en el que fueron examinadas 600.000 hectáreas de bosque y se midieron más de 100.000 árboles, ha brindado a los científicos una visión del futuro clima de la región, en el que un Atlántico Norte más cálido podría causar estaciones secas más calurosas e intensas.

"De repetirse, las sequías del Amazonas acelerarían el calentamiento climático y en un futuro éstas serían incluso más perjudiciales", según los científicos.

Si los sumideros de carbono de la tierra disminuyen o se invierten, los niveles de dióxido de carbono aumentarán incluso más rápido y se necesitarán mayores recortes de las emisiones para estabilizar el clima, señala el estudio.