No sé si debería publicar algo en relación a este tema, del cual debo reconocer soy más sensible desde que nació mi hija. No porque antes no lo fuera, siempre he tenido una influencia muy grande de mi madre en este sentido, sino porque las experiencias que uno va adquiriendo y sobre todo la preocupación por el presente y el futuro de tu hija te sensibiliza acerca de una realidad ante la cual es muy fácil permanecer de espaldas.

No creo equivocarme al decir que todos nosotros por mucho que afirmemos vivir en un mundo moderno, creamos en la igualdad y el respeto, incluso pensemos que lo practicamos, mantenemos por definición una actitud en cierto modo lejana y nunca podremos estar en la piel de una mujer que hoy por hoy sigue sufriendo los problemas del machismo, aunque sea de baja latencia. Sin embargo, existe, y de muy alta todavía, tan alta que las mata.

Da igual cual sea el motivo que tarde o temprano te haga ser consciente de este problema y te lleve a compartir su causa, incluso defenderla o mejor aún a considerar que no es su causa sino nuestra causa, la de todos. Da igual si llegas tarde, si ha sido tu madre la que te inculcó esos valores o si es tu hija la que te abre los ojos, lo importante es que llegues, que lleguemos. Ellas llegaron hace mucho tiempo.

Por eso y porque quisiera que todo el mundo pudiera verlo con vuestros ojos pregunto:

¿Qué hemos aprendido hoy? Que cada uno reflexione. Hoy he visto muchos hombres saliendo a la calle a apoyar a las mujeres en la manifestación, ¡y está muy bien que lo hayan hecho! Pero me gustaría ver qué estamos dispuestos a hacer a partir de mañana en nuestras casas, en nuestros trabajos.

Espero que todos escuchemos hoy el mensaje de una jornada histórica para que mañana se provoque entre todos el tan anhelado cambio.