Casi dos meses desde el cierre del rastrillo de Cala Llenya. Un rastrillo dedicado no tan solo al reciclaje, también al ocio dominguero, sobre todo en invierno, cultura, amistad, intercambios, etc.

Para muchos de los que allí vendíamos ha sido un mazazo económico, era una ayuda para cubrir gastos necesarios,sobre todo en invierno, donde la falta de trabajo es una lacra.

Faltos de información y cansados de sacar nuestras conclusiones, me he decidido a informarme en el ayuntamiento, respaldada por todos los vendedores.

Según la administración correspondiente, el rastrillo ha estado funcionando sin licencia durante casi siete años!!!

No me lo puedo creer. Un acto publico de esa magnitud, con música en vivo,restaurante, tráfico elevado... Y nadie en el ayuntamiento se percató de que carecía de licencia?

¿Cuántas casas, cosas, negocios hay ilegales en esta isla de irresponsables con miopía aguda o bien intencionada? ¿O bien encubierta? ¿O bien remunerada?

Pues bien, ahora no hay licencia, pero hay multa, y parece que los responsables se hacen el sueco por ambas partes.

De pagarla y solicitar licencia, deberían reformar todo cubriendo las pertinentes necesidades, sanidad, seguridad y cumplir todas las leyes.

Así está el tema, peliagudo y rebuznante. Detrás de todo este chasco no parece haber mucha voluntad por parte del dueño del restaurante, quien durante casi siete años se ha beneficiado de un negocio lucrativo, gracias a esos vendedores que se han convertido en víctimas de otra de esas cosas que suelen pasar en Ibiza y que cada vez pasan con mas frecuencia. Falta de honestidad y buena voluntad, reforzadas con la honradez.