Recuerdo una historia antigua que hablaba de dos madres que se disputaban a un hijo, ambas lo reclamaban como suyo. Un sabio rey concluyó que se partiera al niño por la mitad y se diera la mitad a cada madre. La falsa madre acepto encantada, no así la madre verdadera, que no dudo en ofrecerlo a su contrincante. Creía perder así a su hijo, pero lo acabó recuperando.

He sido la primera en apoyar que se exigieran mejoras en la calidad de la enseñanza. En la asamblea convocada por la Federación de Padres y Madres de Alumnos (FAPA) en Can Cantó salí convencida de mi apoyo a la huelga.

Una madre preguntó: ¿que debe pasar para que la huelga se desconvoque? La respuesta fue: pedimos que se sienten a negociar, porque hasta ahora no lo han hecho, y poder acordar los plazos de implantacion del TIL. Nadie habló de su retirada.

Asi que yo cumplí mi parte como madre, apoyando las movilizaciones. Pero en tres semanas he pasado del apoyo incondicional a la máxima cautela. Se ha entrado en una vorágine dificil de parar.

La conselleria, parapetada en su mayoría absoluta, eso sí, ha hecho alguna concesión. Y el comité de huelga, que representa un abanico de colectivos con sus propias líneas ideológicas, y con una lista de reivindicaciones muy larga como para darle solución en tres semanas, porque son problemas que se están arrastrando desde hace mucho tiempo y algunos están ya enquistados.

Esta vorágine está empezando a arrastrar la opinion de muchos padres ante el conflicto, a desalentar a docentes y, lo que es peor, a desatender a los alumnos, los mas débiles, como siempre.

La política de la conselleria es la del desgaste. Las reivindicaciones son lícitas, pero ¡no perdamos de vista el derecho a la educacion de nuestros hijos, que es lo primordial, ¡y se está vulnerando!