Hoy he llevado a mi hijo al colegio después de seguir la huelga dos días, en los cuales mi hijo me ha acompañado en el trabajo, aburrido para él y duro para mí, igual que para todos los que estos días nos hemos unido a la huelga no llevando a nuestros hijos al colegio.

Mi hijo necesita apoyo educativo debido a un trastorno autista que le hace imposible seguir el curso, y solo gracias a ese apoyo puede seguir avanzando, a su ritmo, eso sí. Son también muchos los niños que, por este u otro motivo, necesitan ese apoyo o atención especial, algo que han recortado de forma drástica y, bajo mi punto de vista, injustificada.

Este es uno de los muchos temas que forman parte de las quejas tanto de los maestros como de las familias. No voy a profundizar en el tema lingüístico, que también comparto con el profesorado, porque no puedo alargarme demasiado en este escrito, pero animo a todos a expresar nuestras quejas para que no puedan decir que es cosa de una minoría. Somos muchos, muchísimos, los que exigimos que se respete una educación pública de calidad, tal cual teníamos hasta el decretazo-ley que, por cierto, tiene mucho de dictatorial. Tal vez mañana mi hijo no irá a la escuela.