En Baleares hay una población de unas 2.500 personas sordas que llevamos años luchando por el reconocimiento de nuestros derechos a través de las diferentes asociaciones unidas en la Federación de Personas Sordas de las Islas (FSIB). Hemos llegado a pleno siglo XXI y aún es grande el desconocimiento en torno a una comunidad que como el resto formamos parte activa de esta sociedad.

Hay una serie de cuestiones erróneas en torno a nuestra comunidad que se han ido repitiendo a lo largo del tiempo y que los medios de comunicación no han contribuido a explicarlas adecuadamente. De hecho, hoy en día se sigue cayendo en los mismos tópicos. Las personas sordas no somos sordomudas; esta es una palabra creada hace siglo con un contenido peyorativo. Padecemos una discapacidad auditiva, pero nuestras cuerdas vocales están intactas.

La lengua de signos es la lengua propia de las personas sordas, no es un lenguaje. Una lengua o idioma es un sistema de comunicación verbal o gestual propia de una comunidad humana y el lenguaje es la capacidad de los seres humanos para comunicarse mediante signos lingüísticos.

La lengua de signos es la propia de la comunidad sorda y tienen status de lengua como cualquier otra. Está claro, pero aún se comete ese error. Desde la Federación defendemos a ultranza el aprendizaje de la lengua de signos, aunque sigue habiendo otras entidades empeñadas en relegar esta lengua a un segundo plano bajo el argumento de una mejor integración. No es cierto. Aprender la lengua de signos desde la niñez le dará una mayor comprensión para en el futuro desarrollar su personalidad y el campo profesional que le interese sin problemas.

Así será siempre y cuando se respete la Ley 27/2007, que reconoce que las personas sordas tenemos una lengua propia. Por ello, exigimos el derecho a que cualquier persona sorda conozca la lengua de signos y a tener una educación bilingüe.