Las ratas de mi barrio están contentas. No podrían vivir mejor, sobre todo desde que la alcaldesa de Eivissa anda empeñada en conseguir la escoba de oro. De tanto pensar en la reluciente barredera se le debe haber olvidado que, para lograrla, antes necesita hacer buen uso de las normales, esas con simples mangos de madera o aluminio y pelillos en los bajos.

Hace más de un año, desde que se jubiló el señor Jesús, el barrendero de Platja d´en Bossa, que da asco pasear por las calles Fray Luis de León, Mediterrània, Algarb y D'en Bossa. Todas las mañanas, poco después de las ocho, Jesús barría la avenida Pedro Matutes Noguera y las calles que la unen al mar. Desde hace más de un año no he visto a ningún barrendero en esas calles, en las que se acumulan vómitos resecos, servilletas de los bares de la zona que el viento hace volar de las mesas, vasos rotos, botellas vacías, restos de comida rápida€ Eso por no hablar de los desechos corporales de humanos que desconocen la existencia del cuarto de baño.

Me sorprende que la alcaldesa no se haya percatado, ya que tiene un apartamento en la zona. Por las noches y las mañanas es habitual cruzarse con ratas, del tamaño de lémures, cargando en la boca comida sacada de las bolsas de basura. Los gatos del barrio huyen al verlas. No digo más.