Señor Secundino Fernández: en respuesta a la carta que publicó el día 19 de enero quería aclararle ciertos matices en cuanto a mi conferencia y su objetivo. En primer lugar, si hubiera acudido a la conferencia, probablemente hubiera reducido esta asimetría de información que está sufriendo, lo que consecuentemente reduciría al cincuenta por ciento el número de palabras que escribió en su carta. Bien, dije que se trataba de una conferencia de carácter difusivo y simplista en el sentido de que se trataba de un trabajo de carrera (muy lejano a una tesis doctoral, que es mi objetivo final y la cual, me permito adelantar, tratará del problema del déficit fiscal de las Islas Baleares) cuyo objetivo final era mejorar la industria del taxi en Ibiza.

Para tal objetivo, utilicé un sencillo análisis de las posibles variables que afectaban a dicha actividad y miré cómo los bienes sustitutos (autobús, automóvil) afectaban al mercado del taxi. A esto, señor Secundino, se le llama análisis positivo. Se construyen variables a partir de datos reales. Estos datos son iguales para todo el mundo, lo que aplicando el correspondiente método científico, califica mi trabajo (al menos a la primera parte) de objetivo. Solo apuntarle que los bajos ratios de habitantes por licencia, autobuses por habitantes o habitantes por automóvil son indicadores sencillos de construir, los cuales, céteris páribus, son de gran información. En ningún momento se intenta derivar responsabilidades sobre otros sectores ya que, desde mi criterio, tienen todos igual de responsabilidad de dar un buen servicio y mantener la imagen de nuestra querida isla. En cuanto a la segunda parte de la ponencia, la dediqué a dar un abanico de recomendaciones que, a título personal, mejorarían el sector. Así, atribuyo cualquier error a mí mismo y cualquier beneficio o aportación la otorgo a la persona competente para que mejore la situación del taxi (y del transporte en general) en Ibiza.

Si se fija, yo no hablé de equidad, es decir, si asalariados o propietarios tienen derecho a las licencias. Este criterio (la equidad) varía según la ideología, e incluso según la persona. Omitiendo este criterio que conlleva implícitamente un juicio de valor, decidí centrar mis políticas en la eficiencia. Es decir, en cumplir con el objetivo de equilibrar el mercado y hacerlo con los mínimos costes posibles. Es decir, sin externalidades negativas ni pérdidas de productividad. ¿Por qué desperdiciar recursos (exceso de taxis), contaminar más o crear más atascos? Una decisión ha de verse desde diferentes puntos de vista, no solo desde el del taxista. En la exposición intenté utilizar el arte de la economía para exponer una realidad y sus posibles soluciones. No para defender unos intereses y sesgar mis opiniones ya que, si fuera así, en vano quedarían las horas que me paso demostrando teoremas para poder obtener el título al cual aspiro.

Por último, me gustaría matizar mi objetivo como economista e ibicenco que soy: mejorar la isla para su prosperidad, su imagen y su crecimiento económico sostenido. Esto, señor Secundino, se obtiene a través del diálogo y del correspondiente acercamiento de ideas. No cerrándose en una idea. De hecho, las mejores políticas que se han llevado a cabo en España han sido fruto de acuerdos multilaterales, dolorosos pero eficaces y eficientes a largo plazo.