El conseller de Carreteras tiene la deferencia de dirigírseme en Diario de Ibiza. He oído que este conseller se querella contra los que le acusan de subirse a los árboles, pero yo solo puedo afearle que se suba a la parra, porque utiliza la descalificación personal llamando mentiroso a quien le contraría. Espero que no lo tenga entre sus motivos de querella.

No anuncia novedad en el extenso escrito en que proclama que yerra quien critica su buen hacer en la conselleria. Cierto que se hacen muchos proyectos bajo su mandato, que no han evitado que el tráfico vaya a peor, sea más intenso y peligroso y se hayan perdido otros cuatro años, los de su legislatura, en no hacer nada mientras los automovilistas se juegan el tipo en las carreteras de Santa Eulalia y Sant Joan, sobre las que trata el artículo que le molestó. Cierto que podría reafirmarse en que miento, porque en verdad hizo algo: mandó rellenar unos baches en la carretera de Sant Joan.

Esté seguro el conseller de que le recordaremos por la obra de que presume: las mejoras del eje Corona-Sant Miquel. Y por esa furia proyectista con la que, quién lo iba a decir, parece querer superar en carreteras a sus antecesores. Puede que la razón de tanto ir al juzgado los políticos se deba a una cierta falta de capacidad de encaje y de sentido del humor, tan necesarios para reírse, también de uno mismo, si no queremos hacer una tragedia de las contradicciones inherentes a la vida política.