Escribo esta carta para protestar. Trabajo en el aeropuerto de Eivissa como operario de rampa. Dentro del aeropuerto, como trabajador, la ley es distinta a la que hay en el exterior. Esa ley la impone la empresa de seguridad privada que opera para el aeropuerto, Eulen. Dicha empresa viene a ser como la policía de la terminal: controla las instalaciones dentro, pero, claro, a su manera.

En los meses en los que llevo trabajando en el aeródromo he visto varias cosas como, por ejemplo, multar a los trabajadores por infracciones no cometidas, acosarnos e impedir que realicemos nuestro trabajo con tranquilidad. En general, abusan de su cargo, matizando que no todos ellos lo hacen, pero sí la gran mayoría.

Mi mayor sorpresa ha sido hoy, cuando mis compañeros de trabajo y yo nos disponíamos a salir de trabajar. Tres chicas de seguridad han venido corriendo a por un compañero para cachearle la mochila y tomarle los datos. Casualmente ese compañero era venezolano y digo ´casualmente´, porque la encargada de seguridad, para mayor sorpresa mía, ha venido a hablar con él, dirigiéndole estas palabras: «¿hablas español?, que no quiero repetirte las cosas», en un tono bastante racista.

Estoy acostumbrado a vivir situaciones parecidas a diario. Pido a estos señores de seguridad que se limiten a hacer su trabajo y no a sobreactuar como si fueran guardias civiles. Quiero recordaros que solo sois guardias de seguridad. Bastante tengo con ir a trabajar a diario para salir adelante en la crisis como para que estéis vosotros haciéndonos la vida imposible en el mismo trabajo.